Opinión

Batallitas del abuelo Cebolleta: No hay tal Noáin 1521

Cuando me estrenaba en este medio ya les hablaba de cuánto se está Jugando con la historia. Les hablaba del silencioso paso del VIII Centenario de la Consagración de la Real Colegiata de Roncesvalles, icónica según los momentos, pero que, según se desciende de paralelo, va diluyendo su simbolismo, al parecer. No hace muchas semanas, pasaba silenciosamente la efeméride del V Centenario de la Caida de Ignacio de Loyola en Pamplona que daba paso a una vida intensa cuyo legado, la Compañía de Jesús tanta importancia ha tenido en la Historia Universal. ¿O acaso alguien duda del papel de los Jesuitas? Y apenas unos días después, sin pena ni gloria, oficialmente pasaba al olvido colectivo los navarros uno de sus figuras históricas más relevantes, hablaba de cuando el Príncipe de Viana era un icono de Navarra.

Y ¿a dónde voy a parar con tal repaso? Pues que, como se barruntaba, los poderes mediáticos ya están doblando tambores anunciado el centenario de la Batalla de Noáin donde, SUPUESTAMENTE, Navarra dejó de ser NAVARRA. Les prometo que el sesgo de unos y otros es morrocotudo.

Los "unos" que afirman que aquello fue el acabose de Navarra, oh, wait, los mismos que buscan diluir a esta histórica comunidad en una entelequia digna de Walt Disney que nunca existió pero llevan un siglo gastando millonadas en demostrar lo contrario.

Los "otros", que afirman que aquello fue insignificante. Pero han guardado tal silencio sobre todas esas efemérides anteriores que, involuntariamente, o tontunamente, están dando relevancia, aún con su acertada negación, al hecho. Pero vayamos al tema de la mano de un testimonio directo, de la época.

Cartas de un agramontés sobre la invasión francesa de 1521

En el Archivo Real y General de Navarra, dentro del proceso nº 5 de los Tribunales Reales, existen varias cartas mercantiles de Miguel de Añués I, señor de Belver, asentando en Mélida por entonces, y dirigidas a su sobrino Martín de Eslava que se hallaba por esas fechas entre Sádaba y Ejea recogiendo rentas y frutos del arciprestazgo de La Valdorba y que tenía en arrendamiento el tal Añués. Los Añués eran originarios de la Valdonsella, y por entonces pertenecían a una notable familia burguesa de Sangüesa.

En 1490 un Martín de Añués I era alcalde perpetuo de Sangüesa. En 1494, cuando los últimos reyes navarros, Juan y Catalina, trataron de aumentar el número de «caballeros de servicio del Reyno», financiados por nobles, miembros del alto clero y personas del patriciado urbano, en la villa de Sangüesa fueron elegidos Martín y Miguel de Añués como los más ricos. Estos eran, posiblemente, hijos del citado Martín de Añués I, yles denominaremos Martín de Añués II y Miguel de Añués I.

Miguel de Añués I era hijo de Isabel de Barásoain, procedente de Olite y de Martín de Añués I. Fue señor de Belzunce y, por compra a los reyes don Juan y doña Catalina, en 1504, del rico señorío de Belver que había pertenecido a mosén Pierres de Peralta y a su esposa la condesa de Santesteban.

Estaba casado con Catalina Cruzat y fueron padres de cinco hijos. Falleció a finales de 1525 y enterrado en la capilla de San Miguel de la iglesia de Santa María de Sangüesa. En las cartas se menciona varias veces el concepto de "injuria". En la España del siglo XVI (así como anterior y posteriormente), el concepto de "injuria" está muy presente en la legislación y es considerado de mayor gravedad a la actual. Sería un antónimo de "honra, honor" los cuales igualmente eran conceptos tenidos en muy alta estima por la población de entonces. Por lo que al afirmar que se «traía mucha injuria» se dejaba claro que la empresa francesa no tenía nada de halagüeño para la propia Navarra. «Traer mucha injuria» era equivalente a «traer poco honor o poca honra».

Con la venia del catedrático jubilado de Historia Moderna, don Valentín Vázquez de Prada que las publicó en su libro "Mercaderes navarros en Europa. Siglo XVI" recojo la última de las seis cartas que editó en el anexo de su libro. Les diré que, a su transcripción más rigurosa, como debe ser, un servidor lo ha puesto en un castellano más actual para evitar inconvenites a los lectores más profanos:

CARTA Nº 6

Mélida, 16 de junio de 1521

De nuevas, creo yo habrá concierto, a mi pensar, que de cierto saber no hay quien lo sabría decir. El retraimiento del sitio de Logroño se quiere decir ha sido por mandato del Rey de Francia. Las Merindades, que iban VII mil hombres navarros para la hueste, las han mandado volver a sus casas y siempre está la hueste francesa en el Suso del Rey. En Castilla no pueden sacar un hombre. Créese pondrán en libertad al señor Mariscal y al Obispo de Zamora, y con esto que habrá paz, lo cual plegue a Dios que así sea. Cosa cierta no hay ninguna, pero algo se quiere decir. Desto ello lo dirá muy presto. Ladrón de Mauleón anda en la negociación, según me han querido decir de los gobernadores de Castilla al señor Mariscal.

De Mélida en 16 [de] junio [de] 1521.

(A mi caro sobrino, Martín de Eslava, en Sádaba).

Obsérvese que habla de la disolución («las han mandado volver a sus casas») del contingente navarro, sufragado por las Merindades, unos 7.000 hombres. Si así fue, ¿cuántos navarros tomaron parte realmente quince días después en Noáin? Sin duda que algunos los hubo, los más cercanos y comprometidos con la causa de Enrique II, porque allí quedaron sobre el campo de batalla varios de ellos. Pero esta información deja abierta plenamente la duda de que hubiera tantos navarros como los actuales juglares de la gesta nos cantan. El mismo Ladrón de Mauleón será una de las bajas en Noáin.

En resumen, la Batalla de Noáin fue un encuentro franco-español con algunos navarros, agramonteses y beamonteses, implicados con sendos bandos. Para el gran común de los navarros, lejos de acabar con sus esperanzas, supuso un alivio como refleja este mercader en todas sus cartas. La integración de Navarra a la corona francesa o a la corona hispana era inevitable en un contexto europeo donde se estaban formando los estados modernos. El sangüesino Enrique aún quiso casar a su hija Juana (futura Juana III de Navarra) con el príncipe Felipe (futuro Felipe II) para "normalizar" la situación de Navarra. Más aún, será el hijo de Juana III, casada con un Borbón, el que una a Francia la Navarra allende los Pirineos. ¿Habríamos sido franceses de nuevo?

Conclusión

Me resulta muy triste y decepcionante como la caverna mediática, y su réplica, se sigue centrando en la Historia como una colección de batallitas, a lo abuelo Cebolleta. Desde mi punto de vista personal, como lo es siempre, tales batallas son la culminación de procesos, su resolución. Pero su trascendencia no es tan decisiva, ni tan traumática. La rapidez con la que los navarros se incorporaron a la Corona Española lo demuestra su pronta incorporación a las aventuras americanas, antes incluso que los súbditos de la Corona de Aragón. En 1521, Francisco I se sirvió del navarro Enrique II para hacer su guerra directa y personal a Carlos I. No hay que buscar más significados a los hechos de Noáin. Los navarros, los unos y los otros, fueron comparsa de una política a nivel internacional de alto nivel. Hay que ser más humildes y dejarse de el ombligo sin hurgar. No hay tal Noáin 1521 en la dimensión que marcan esos juglares nacionalistas repentinamente preocupados por el pasado de Navarra. Según de cual, obviamente.