Opinión

De cuando el Príncipe de Viana era un icono de Navarra

Un 29 de mayo de 1421, hace 600 años, nació Don Carlos de Evreux y Trastámara - obsérvese que, curiosamente, antepone el apellido materno "Evreux" al paterno "Trastámara"...-. Es conocido a pie de calle como el Príncipe de Viana por ser el primero y por ser el más famoso portador de tal título. Un título que su abuelo, el gran Carlos III el Noble, estando en Tudela un 20 de enero de 1423, creó pensando en su adorado nieto. Un nieto que, habiendo nacido en Peñafiel (Castilla), fue educado en Olite en una Corte palpitante, en la vanguardia europea, que conjugó la que personalmente considero la Edad más dorada de la Navarra reinal. En Italia, a esos florecientes años, se les conoce en el mundo del arte como el renacentista nombre de "Quattrocento". 

Blanca de Evreux, o Blanca de Navarra como es habitualmente mentada, era la hija del rey noble que contrajo matrimonio con Juan II de Aragón, de la Casa de los Trástamara. Pero, como toda su historia está mejor escrita y, cabe suponer que durante los próximos meses se mentará por doquier, solamente me centraré en aspectos y apuntes que, a día de hoy me siguen sorprendiendo. Aviso que el orden es arbitrario y no remarca nivel de importancia. Cada cual haga su clasificación. 

El primero, que cualquiera que se haya informado sobre el personaje estoy convencido de que aún no ha acabado de conocerlo. Parece insondable. Y, por ello mismo, por la riqueza y variedad de vicisitudes que rodean su vida me resulta insólito que en España, absolutamente nadie se haya decidido a llevar al cine, a la TV, su vida. Su biografía transciende, desde su mismo nacimiento, las fronteras navarras para desplegarse por Aragón y parte de Castilla. 

El segundo, que el Gobierno de Navarra, en su VI Centenario, teniendo hasta una institución llamada "Príncipe de Viana" haya hecho "mutis por el foro". Igualmente ayuntamientos más significativamente vinculados con el príncipe como Viana u Olite, incluso, en menor medida, Sangüesa. ¡¡NADA!! ABSOLUTAMENTE, ¡¡NADA!! 

El tercero, que los partidos de la oposición en los respectivos foros y lugares (Parlamento de Navarra y ayuntamientos mencionados) TAMPOCO HAN RESPIRADO. Que no lo hagan los más vasquistas, lo puedo entender -de otro modo, nos habríamos enterado sobradamente-, pero los supuestos partidos más navarristas CREO QUE AÚN NI SE HAN ENTERADO de la efemérides lo cual habla claramente de su implicación socio-cultural. 

El cuarto, es que el Príncipe de Viana es la cabeza visible de la "primera hornada" de beamonteses frente a agramonteses, posicionados con con las aspiraciones aragonesas de Juan II. ¿Saben de quién más es padre Juan II? Pues sí, claro que lo saben: de Fernando el Católico. Carlos de Viana era 31 años mayor que Fernando, aunque éste era hijo de Juana Enríquez, mujer dibujada historiográficamente con gran ambición. Y ¿saben qué otra cosa tienen ambos hermanos en común? Pues a Isabel la Católica. Carlos ya intentó desposarla, pero su padre lo impidió (quizá fuera su madastra). Si hubiera prosperado y, además, Carlos heredado Navarra y Aragón, la unificación de España se habría producido bastantes años antes y, con bastante probabilidad, con menos drama bélico, de una manera más natural. Pero ¿entonces Fernando el Católico era agramontés?. Cada cual busque la respuesta. No ha lugar aquí. Sirva esta endiablada pregunta para evidenciar que la Historia simplista que pintan algunos en blanco y negro está llena de tonalidades de gris. 

Volviendo al asunto del acontecimiento, de la efeméride, observar cómo hace una semana el silencio mediático ante un acontencimiento universal como el V Centenario Ignaciano, en Pamplona fue apabullante. Y digo universal porque los jesuitas han dejado huella por los cuatro puntos cardinales. Incluso ya tenemos el primer papa jesuita. Además el Prepósito, o el General de los Jesuitas, estuvo en la capital y no tuvo el menor eco. Recalco: el menor eco. Ni en páginas secundarias. Pero, realmente, se está viendo que no fue algo fortuito. Este centenario, con, supuestamente, más enjundia navarra, sólo está siendo cuidado, no en Navarra o en Aragón, sino en un pequeño gran lugar de Castilla: en Peñafiel. Con apoyo de la Diputación de Valladolid y de la Junta de Castilla y León. Cuando les vayan a hablar de cuidar el legado cultural y todas esas cosicas, recuerden este dato. Personalmente lo habría puesto en mayúsculas. 

Tengo claro que "haré poco amigos" por algunos de estos comentarios. Pero no estoy aquí escribiendo para hacer amigos sino para exponer cuestiones que personalmente considero relevantes. Realmente, esta sociedad "no come ni duerme" gracias a estos temas e, indudablemente, hay cuestiones de primer orden que necesitan respuesta. Si la cultura es un tesoro, hay que cuidarlo para que no mengue. Entiendo que hay equipos de gobierno con suficientes miembros para que alguno de ellos atienda estos temas y sobre la mesa golpee si es necesario, sonrroje a las autoridades culturales si la ocasión lo merece. 

Hubo un tiempo que el Príncipe de Viana significaba mucho en la Historia de Navarra. Actualmente se ha diluido tal importancia. Unas "mínimas" celebraciones -que tampoco uno habla de despilfarrar- habrían bastado. El silencio es de una estridencia aguda. Hay que preguntarse seriamente por qué. Ahondar serena y sinceramente sobre ello. No hay "batalla cultural" cuando uno de los rivales siquiera está sobre tal campo de batalla, siquera se le espera. El monocolor prepondera mientras los demás siguen en la siesta, cuando deberían librar una claramente entroncada con sus supuestas señas de identidad, cuando esperan a "silbar en la vía cuando llega el tren". 

Si se cosecha lo que se siembra, no cabe esperar cosecha del barbecho salvo cizaña y malas hierbas que ocupan el espacio desatendido. Cada generación deja su huella sobre un legado común. O no.