Tudela

“Hay más de 800 viviendas vacías y en desuso en Tudela”

Hablamos con Miguel Carasusán Izcue, arquitecto de Nasuvinsa/ORVE Ribera, empresa pública del Gobierno de Navarra.

Miguel Carasusán Izcue, arquitecto de Nasuvinsa
photo_camera Miguel Carasusán Izcue, arquitecto de Nasuvinsa

En los últimos tiempos se oye hablar cada vez más de rehabilitación. ¿Por qué apostáis por Rehabilitar o “reconstruir” los Cascos Antiguos de Tudela y la Ribera?

Primero filosofemos un poco: desde la antigüedad, los pueblos y ciudades se crearon por parte de la especie humana para protegerse de lo desconocido (del territorio de los monstruos) estando juntos, y así intentar tener la sensación de que dominábamos a la naturaleza y de que estábamos más seguros. Así han ido evolucionando las ciudades, pero desde hace ya unos años, muchos nos hemos dado cuenta de que la especie humana y su civilización (la nuestra) no puede estar en el mundo dominando la naturaleza, sino que debe integrarse en ella y encontrar un lugar en el planeta sin comprometer su viabilidad futura (la del planeta). 

O somos sostenibles o todo se va abajo. Algunos piensan que vamos al colapso, otros que es evitable, pero ahora mismo es inevitable la sostenibilidad. Es por eso que no podemos seguir ocupando terrenos para hacer nuevas edificaciones, cuando además tenemos que mantener las edificaciones en las que vivimos. 

Dos de cada cinco de las viviendas en las que vivimos están en edificios de más de cincuenta años, y prácticamente la mitad de las viviendas que ocupamos en la actualidad son ineficientes desde el punto de vista energético. Por eso creemos que es necesario apostar por la rehabilitación y elegir rehabilitar.

¿Por qué esa apuesta por recuperar los “valores de lo viejo”?

Ya he dicho que ahora mismo no se puede actuar de otra manera, que no es una elección, sino una obligación. Pero es muy importante entender que sostenibilidad no se refiere sólo al tema ambiental, sino también al tema social y económico. Hablo de lo social porque las viviendas, los edificios, los pueblos y las ciudades existentes tienen algo que no tienen los nuevos: tienen historia, tienen alma, y en ellos está también una parte importante de nuestra memoria, de lo que nos hace o nos puede hacer sentir bien. Y además hay también un factor económico: como ya he dicho, no nos llega para estar siempre ocupando más suelo, siempre construyendo edificios nuevos, con calles nuevas, con farolas nuevas… Nos llega -por las justas- para mantener las ciudades, los servicios y los edificios que ya tenemos. Si crecemos tenemos que hacerlo en calidad, no en cantidad: vivir mejor con lo mismo, o con menos si es posible. Eso es algo que poco a poco se va entendiendo y se va extendiendo, entre la opinión pública y nuestros gestores públicos.

¿Es realmente más laborioso y caro rehabilitar, como se dice, o la vivienda nueva es muy cara y rehabilitar compensa?

Esto hay que contestarlo a dos niveles diferentes: el individual y el colectivo. Como sociedad ya he comentado que no podemos hacer otra cosa que rehabilitar y los edificios nuevos que se construyan tienen que ser ya, por normativa, edificios de consumo energético casi nulo. Desde el punto de vista individual, además de que tenemos ese compromiso ambiental, la mayoría de las personas vivimos en edificios ya construidos que tenemos que hacer sostenibles y eficientes. Es innegable que vivir en edificios existentes tiene inconvenientes: la buena rehabilitación no es barata, sabes cuál es el presupuesto, pero muchas veces aparecen problemas imprevistos, los tejados -y sobre todo las terrazas-, a veces dan problemas… Pero a pesar de que el proceso es costoso y a veces complicado, la mayoría de las personas que rehabilitan quedan satisfechas y al final del proceso su valoración es que merece la pena... tal vez sea la parte afectiva.

¿Aporta entonces otras satisfacciones? ¿Cuáles?

Pues la parte afectiva es muy importante, al fin y al cabo es la que permite que nos sintamos bien. 

No hay ninguna duda de que es más satisfactorio vivir en una vivienda antigua bien rehabilitada, con unas buenas condiciones de accesibilidad y de confort, en un barrio en el que haya comercio, hostelería y servicios de proximidad, en el que conoces y tienes una cierta confianza con tus vecinos y vecinas... que en edificios de nueva construcción, en entornos sin comercio ni servicios cercanos. Y si hablamos de edificios que son o han sido de nuestra familia de toda la vida, la satisfacción es mucho mayor.

¿Qué proyección o futuro le ves al Casco Antiguo de Tudela y a todos los Cascos Viejos de la Ribera, que tienen su encanto, pero se están vaciando y en algunos casos hundiendo?

En los Cascos Viejos y en la ciudad existente está parte de nuestra memoria. Ahí es donde nos gusta salir a comprar y a encontrarnos con nuestras amistades... 

El Casco antiguo de Tudela pasó entre 1950 y 1985 de 10.000 a 3.300 habitantes, mientras que el conjunto de la ciudad pasó de 13.000 a 26.000, pero afortunadamente ese proceso de deterioro ya se detuvo y en la actualidad tiene alrededor de 4.000 habitantes. Cuando yo llegué a Tudela -en 1985- sí que el Casco Viejo estaba hundido, y me parece que, aunque queda mucho por hacer, ahora hay una parte que está ya regenerada, y que muchas personas y también el Ayuntamiento de Tudela y el Gobierno de Navarra apuestan por él y están trabajando para que la situación mejore. 

Un ejemplo de esto es la actuación de regeneración urbana del entorno del Horno de Coscolín, que comenzará en breve, trabajada desde hace años y que tiene un presupuesto de alrededor de ocho millones de euros, de los cuales la mayor parte la aporta el Gobierno de Navarra a través de su empresa pública Nasuvinsa y el Ayuntamiento aporta 400.000€.

Imágenes del proyecto del Horno Coscolín en Tudela

Imágenes del proyecto del Horno Coscolín en Tudela

¿Cuáles te parecen -a día de hoy- los principales problemas de los cascos viejos?

En primer lugar diré que yo ya casi no distingo los cascos viejos del resto de la ciudad que ya tiene una cierta antigüedad. En Tudela por ejemplo, no hay mucha diferencia entre los problemas del casco viejo y los del barrio de Lourdes, de la zona de la Avda. Zaragoza, de la de Griseras… Al final en todas esas áreas consolidadas hace tiempo los problemas son el envejecimiento de la población, el comercio que va cerrando sin ser sustituido por nuevo, la ocupación excesiva del espacio público por los coches, en algunos casos se va perdiendo poco a poco la cohesión social y el carácter de barrio que tuvieron...

Salvo el tema de la concentración de ocio diurno y nocturno, que es sobre todo del casco viejo y que en ocasiones ocasiona molestias a los residentes, los problemas son similares.

Y por otra parte están los de las edificaciones en las que vivimos, que suelen ser también comunes: falta de condiciones de accesibilidad, deficiencia considerable en los aspectos de confort y de eficiencia energética, importantes necesidades de mantenimiento en las edificaciones más antiguas...

¿Qué debería hacer la administración ante esta situación, que afecta a muchos ciudadanos?

Pues yo entiendo que se deben tomar medidas en dos líneas de trabajo: la social y la urbana. 

En primer lugar, la ciudad no es del Ayuntamiento ni del Gobierno de Navarra… es nuestra, de los ciudadanos y ciudadanas que la vivimos y la hacemos cada día. Debe ser así, y las administraciones públicas deben propiciar que no se pierda la identidad ni la cohesión de los barrios, o que se genere donde no la ha habido. Y a la vez y en segundo lugar, deben apostar por la regeneración urbana y por la rehabilitación de los edificios existentes. Ya se está haciendo, pero debería hacerse de manera todavía más decidida.

Ya lo he dicho antes, nos jugamos mucho en ello: en términos de calidad de vida y también en términos de supervivencia.

¿Se está trabajando en estas dos direcciones, la social y la urbana?

La verdad que yo veo más claridad y más trabajo para intentar revertir la situación de lo urbano: mejorar los espacios públicos, la movilidad, las edificaciones... que para mejorar el aspecto de la generación de identidad y la cohesión social, que desde mi punto de vista no se aborda con empeño ni con medios suficientes. Falta que todos nos demos cuenta de que podemos mejorar las calles, los espacios públicos y las edificaciones, pero si no mejoramos a la vez la convivencia, si no somos cada vez más solidarios y más cívicos... no llegaremos a ningún lado.

Volviendo al tema de la vivienda: ¿Cuántas viviendas crees que se podrían construir rehabilitando, construyendo y recuperando solares y espacios perdidos que ahora hay por doquier en el Casco Antiguo de Tudela?

Cuando se hizo el PEPRI del casco antiguo (hace treinta años) se estudió este tema de las viviendas vacías, pero como la situación ha cambiado tanto, en 2019 el Ayuntamiento de Tudela encargó un estudio nuevo socio-económico, un documento que nos hacía mucha falta, porque necesitábamos una nueva foto fija y actualizada de la situación. Pues bien, en ese estudio se analizó el tema de la vivienda vacía y se concluyó, sin hacer un censo detallado, que de las algo más de 2.500 viviendas que podría haber ahora mismo en el casco antiguo, hay más de 800 que están vacías y en desuso y que son rehabilitables. Eso quiere decir que si el Casco Antiguo tiene en la actualidad unos 4.000 habitantes, podría llegar a tener más de 6.000, una cifra bonita y un buen objetivo, la verdad. Si se trabaja a la vez el tema social y de servicios, todas esas personas serían suficientes para mantener un nivel aceptable de comercio y de servicios en el barrio.

¿Se apoya desde la Administración lo suficiente este tipo de actuaciones?

Se apoya bastante... aunque tal vez no lo suficiente. Hay ayudas de rehabilitación del Gobierno de Navarra para todas las viviendas de Navarra de más de 25 años de antigüedad que después de la rehabilitación vayan a dedicarse a vivienda habitual o al alquiler. Y también hay programas de ayudas municipales. En el caso de Tudela, las llamadas del PEPRI para el casco viejo y las del Tudela Renove para una parte del resto de la ciudad (Barrio de Lourdes, zona de Griseras, Peñuelas...). 

En cualquier caso, en mi opinión, las ayudas no son suficientes, sobre todo si tenemos en cuenta lo que nos jugamos.

¿En qué deberían invertir más los Ayuntamientos -y en concreto el de Tudela- y el Gobierno de Navarra apoyando a los pequeños promotores de estas viviendas a rehabilitar?

Deberían mejorarse las ayudas, sobre todo para las personas y las áreas más vulnerables, y para las cosas que más inciden en la calidad de vida. 

Lo primero para conseguir unas condiciones de habitabilidad dignas (que todavía algunas viviendas no tienen), lo siguiente para conseguir la accesibilidad universal en las áreas públicas y en los edificios, y finalmente para lograr una eficiencia energética que nos permita vivir de manera confortable sin arruinar los recursos del planeta. 

Son importantes las ayudas individuales (cuando se rehabilita vivienda por vivienda), pero son más importantes las ayudas a los edificios de comunidad (intervenciones en un montón de viviendas cada vez), porque está claro que así es más efectivo. Por eso son de gran trascendencia programas como el Tudela Renove (puesto en marcha hace dos años por Ayuntamiento de Tudela y Gobierno de Navarra), mediante los cuales se ayuda a las comunidades de vecinos de algunas zonas de Tudela a renovar sus inmuebles para conseguir la accesibilidad universal y la eficiencia energética de los mismos. Estas ayudas son buenas, pero deben subir, y además deben ser para toda la ciudad. El Tudela Renove debería abarcar a todo el casco urbano (y en un futuro próximo a toda la Ribera).

¿Puedes dar una idea general de cuál es ahora la cuantía de las ayudas?

Ahora mismo las ayudas, según la tipología de la intervención, la ubicación y la antigüedad de los edificios, las rentas de sus perceptores... están entre un 5 y un 50%, siendo en bastantes casos de entre el 30 y el 50%. Pero las ayudas deberían subir y pasar a estar entre un 20 y un 50% para los casos de actuaciones individuales, y entre un 50 y un 80% para los casos de actuaciones en edificios de colectividad. Además, las actuaciones de rehabilitación deberían desgravar, puesto que con ellas se genera economía de proximidad, y la administración pública consigue también recursos (tasas, IAEs, otros impuestos, IVA...). 

Otro tema ¿Qué evolución urbanística crees que tendrá Tudela en los próximos 5, 10 ó 20 años? ¿Aumentará su población? La zona del Queiles parece haberse llenado ya… ¿se desarrollará el proyecto de la zona de Gardachales o algún otro y se comenzará a construir allí?

Como ya he dicho, todos nos hemos dado cuenta de que no podemos mantener dignamente la ciudad existente, que es donde vivimos, y seguir creciendo creando nuevos desarrollos urbanos. 

Debemos crecer en calidad y no en cantidad, y eso es lo que está ya recogido en la Estrategia y Modelo de Ordenación del Territorio (EMOT) de Tudela que el Ayuntamiento está aprobando y que se convertirá después en el nuevo Plan Urbanístico Municipal. Por otra parte, está aprobado desde hace más de diez años el Barrio de Gardachales, en la salida de Tudela hacia Zaragoza, que es suelo urbanizable para unas 3.000 viviendas, y ese es, desde mi punto de vista, el único crecimiento aceptable, porque ya está aprobado y porque hay unos derechos legales de los propietarios que no pueden ser vulnerados. Con él y con la necesaria y obligada regeneración urbana, Tudela podrá llegar a tener sobre 50.0000 habitantes, que creo que debe ser nuestro horizonte máximo para 20-30 años. 

En cualquier caso, ya he dejado claro que yo creo que el ayuntamiento debe priorizar la regeneración de la ciudad existente: el Casco Antiguo, el Barrio de Lourdes, el resto del casco urbano en todas las zonas...

Infografía recreando la nueva plaza del Horno Coscolín

Infografía recreando la nueva plaza del Horno Coscolín

Para finalizar: ¿Alguna idea de cómo serán las ciudades y pueblos del futuro? ¿Hacia dónde va el Urbanismo del siglo XXI?

Lo que está claro es que el reto de las ciudades actuales es la sostenibilidad. Debemos procurar que sean más compactas y complejas, con mezcla de actividades y servicios en la cercanía, lo que las hará más vivibles.

Está ahí presente también una oportunidad que desde mi punto de vista a la vez es un peligro: el internet de las cosas y las smart cities, y digo que es un peligro porque ya he comentado antes que las ciudades no son sólo calles, plazas y edificios, sino que fundamentalmente lo somos las personas que vivimos en ellas, y tal como se plantean las cosas con las nuevas tecnologías, muchas veces los ciudadanos pasan a segundo plano y se convierten únicamente en consumidores y/o clientes. Lo que va a ocurrir -sí o sí- es que en las ciudades del futuro no habrá coches particulares (en todo caso transporte público y servicios de vehículos compartidos) y que el cambio de modelo de ciudad -que está ya sucediendo- se basa en un nuevo modelo de movilidad: primero el peatón, luego las bicicletas o similares, después el transporte público y finalmente el vehículo privado. De ahí la importancia de los Planes de Movilidad Urbana Sostenible (PMUS), que por cierto en Tudela tenemos necesariamente que hacer nuevo.