Forjó su renombre como compositor de zarzuelas, pero también fue empresario teatral, director de orquesta, además de introductor de la música de Wagner en España.
Falleció en Madrid el 18 de marzo de 1870 a los 48 años de edad. y fue uno de los tres creadores de la zarzuela moderna junto a Arrieta y Barbieri.
Perteneció a una generación de músicos navarros que alcanzaron la gloria de la música española de la segunda mitad del siglo XIX, junto a Eslava, Guelbenzu, Arrieta, Gayarre, Sarasate, Gorriti, Íñiguez ó Echeverría. Y como no podía ser menos, fruto de la pandemia que nos ha tenido ocupados este último año y medio, la efeméride de su fallecimiento ha pasado prácticamente desapercibida entre nosotros. Más allá de la nostalgia de otros tiempos, es necesario refrescar y recordar la memoria de personajes de esta talla que ha visto nacer esta tierra, para elevar el ánimo colectivo y ser conscientes de la capacidad que tenemos de dar gentes con más que algún don especial.
Joaquín Romualdo Gaztambide y Garbayo nació en Tudela un 7 de febrero de 1822. A los 5 años quedó huérfano de padre, siendo adoptado por su tío paterno Vicente. Con sólo 8 años, inició sus estudios de Solfeo bajo la supervisión del maestro de capilla de la Catedral de Tudela, Pablo Rubla. El interés y talento que demostró, llevó a su tío a enviarlo a Pamplona con 12 años, donde recibió clases de Piano y Armonía, Contrapunto y Fuga. Años des- pués, comenzó a dar clases de solfeo y a tocar el contrabajo en la Orquesta del Teatro de Pamplona. En 1842, con 20 años, se trasladó a Madrid para recibir clases en el Conservatorio de Música María Cristina. En 1846 fue nombrado director del coro de la compañía italiana del Teatro de la Cruz, y en 1848 se hizo cargo de la orquesta del Teatro Español de Madrid. Zarzuelas como La mensajera (1849), El estreno de un artista (1853), El Valle de Andorra (1853), Catalina (1854), Los magiares (1857), o El Juramento (1858) le dieron fama.
En 1869, y al frente de su propia compañía, realizó una gira por Cuba y México durante la cual enfermó de gravedad por una afección hepática. De vuelta a Madrid, acabó falleciendo y fue enterrado con todos los honores. Un 19 de marzo de 1921 sus restos fueron trasladados a Tudela donde se le quiso rendir póstumo y definitivo homenaje. Si bien su cadáver desapareció.
Esperemos que el 7 de febrero de 2022 que se cumplen los 200 años de su nacimiento, se le recuerde como merece.
El enigma de su cadáver
34 años después del traslado de sus restos a Tudela, un 23 de diciembre de 1955 el también músico Fernando Remacha y su hermano médico, José María Remacha, abrieron el féretro del insigne tudelano antes de trasladarlo al mausoleo que se le quería construir en Tudela y descubrieron unos tacones y un cuerpo de mujer: El enigma sigue sin resolverse y aún se desconoce el paradero de sus restos.
