Tudela

¡No quiero salir de casa!

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La agorafobia es la fobia o miedo irracional más comúnmente visto en consulta. De acuerdo con la etimología de la palabra, ésta se relaciona con el miedo a los espacios públicos. En general, el término agorafóbico se asocia al temor a cualquier lugar o situación en la que la persona afectada se sienta desprotegida entre la multitud y del que le sea imposible huir inmediatamente a un lugar considerado por ella misma como seguro.

Este trastorno es más frecuente en mujeres que en hombres (5,8% respecto a 2,2% en varones). Por lo general, aparece a partir de la segunda década de la vida. “De cualquier modo, se ha observado que la agorafobia es un temor ‘aprendido’, muchas veces como resultado de experiencias traumáticas durante la infancia, que además, generalmente, se encuentra asociado a otros trastornos como depresión y trastorno bipolar”, explicaron profesionales de Avances Médicos S.A (AMSA). “Asimismo, se asocia con mayor frecuencia a un menor grado de instrucción y de éxito social o laboral”, añadieron.

En efecto, la persona que padece agorafobia tiende a evitar situaciones potencialmente ansiógenas como puede ser salir de casa, usar transportes públicos, viajar, hacer deporte, y estar en áreas amplias. Esto genera normalmente un grave problema en su vida, ya que casi nunca deja su hogar, y al hacerlo, generalmente presenta una gran cantidad de ansiedad causada por el pánico.

Los principales síntomas que presentan las personas agorafóbicas ante las situaciones “temidas” pueden ser: ritmo cardíaco acelerado, palpitaciones, sudoración, sensación de ahogo, mareo, sofocos o escalofríos e incluso miedo a morir. Así, “la agorafobia puede provocar, en los casos extremos, el aislamiento social total, con la reclusión autoimpuesta en el domicilio”, aseguran los facultativos de AMSA.