Plumas al cierzo

Infidelidad

Ángel Cornago Sánchez nos escribe este poema.

La noche estaba dormida,   
los luceros encendidos,
entre aromas de laureles
y arriates de clavel fino.

Ella marchaba descalza
opaca y yerta de frío,
sigilosa y embriagada
de mi sudor y mi brío.

Azogue de fantasías,
de corazón encendido,
volaba entre los almendros
y sobre las piedras del río.

Los goznes se desangraron
en ronquidos y suspiros,
en la noche conjurada
de amores y desatinos.

Entró y escondió la ropa
en el arcón del pasillo;
luego se acostó en la cama,
sábanas de fino hilo.

Y volvió a soñar despierta
con mis besos y mi brío,
con los ojos verde claros
clavados en mis sentidos.

Un trote en el horizonte,
cascabeles encendidos,
rutinario y confiado
regresa entre los olivos.

Suspira sueños sediento
de ternura y de cobijo;
caricias de terciopelo
en tálamo compartido.  

De mi poemario ‘Ensueños y desasosiegos’