Plumas al cierzo

Resentimiento

Miguel Bermejo Fernández nos escribe este relato.
Miguel Bermejo Fernández
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Iba el cándido Amor por la avenida de los Inocentes Enamorados, cuando poco después de sobrepasar el cruce con la calle de las Decepciones y encarar la travesía del Odio, un coche se posicionó a su lado y el conductor, tras frenar y bajar la ventanilla, le dijo:

—Hola, me llamo Resentimiento y soy el paladín de la venganza y el resarcimiento, ¿te montas, pardillo?

Era un tipo serio y seco, flaco y con la cara picada de viruela (¿cómo demonios iba ser si no alguien llamado Resentimiento?). Conducía un automóvil negro y reluciente como el charol, modelo resquemor.

Amor lo miró con curiosidad y le contestó:

—¿Cómo voy a montarme contigo, a sabiendas de que más pronto que tarde acabaremos chocando contra un compacto muro construido de remordimientos?