Plumas al cierzo

La esposa polar

Alberto Ibarrola Oyón nos escribe este relato.
Alberto Ibarrola Oyón
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Un hombre salía del iglú y su esposa le dijo desde el interior:

- Marido, abrígate, que te vas a enfriar. 

- Calla, mujer, que tengo cosas importantes que hacer. 

- Te lo digo de corazón, querido esposo. Debes escuchar a tu mujer. Coge este abrigo que te doy- le dijo irguiéndose de su silla para acercárselo e interrumpiendo el curtido de pieles que en ese momento realizaba.

Este, finalmente, cogió el abrigo de pieles de foca y se lo puso. 

A la noche, al llegar al iglú, su esposa le preguntó qué tal le había ido en la caza, y él le respondió:

- Nunca había bajado tanto la temperatura.

- ¿Nunca?, pues recuerdo una vez que mi madre me contó…

- Si no es por el abrigo que me has dado, mujer, me habría congelado. Con eso te lo digo todo.

Se acercó a su esposa y madre de sus hijos y le dio un tierno beso en los labios. Ella sonrió. Acto seguido, se aprestó a preparar un caldo nutritivo muy caliente. Luego, la cena.