Plumas al cierzo

Esperanza

Miguel Bermejo Fernández nos escribe este relato breve.

Miguel Bermejo Fernández
photo_camera Miguel Bermejo Fernández

Acababa de salir a la calle la joven Esperanza, cuando el viejo Pesimismo se cruzó con ella.

—¿Adónde vas, Esperanza? 

—A buscar a mi novio Éxito, como todos los días.

—¿A tu novio Éxito? Pero si Éxito no es tu novio.

—No, pero algún día lo será, solo que él aún no lo sabe, por eso voy a buscarlo, para decírselo, porque Éxito, al no saberlo, nunca vendrá a buscarme a mí.

—Vete a saber dónde estará Éxito. No creo que lo encuentres, pero si lo encuentras, pasará de ti seguro. No seas ingenua, Esperanza, Éxito es un golfo, un “calavera”.

Entonces se asomaron a la calle doña Paciencia y doña Constancia, las tías de Esperanza, que habían escuchado la conversación a través de la ventana abierta.

—¡Y tú, un mamarracho! —vociferó doña Paciencia.

—¡Y un viejo verde! —la secundó Constancia, su hermana. Y añadió—: Así que sigue tu camino y deja de molestar a nuestra sobrina, cansino.

—¡Vale, vaaaaaale! Si yo lo digo por su bien, no vaya a ser que, buscando a Éxito, se encuentre por casualidad en un callejón sin salida con el tarambana de Decepción y la deje preñada de una depresión.

—Eso es asunto de ella, así que… aire, que aquí sobras. —contestó Constancia.

Y así fue como la joven Esperanza, libre ya de Pesimismo, partió un día más, rebosante de confianza, en busca de su futuro novio Éxito.

¿Lo encontrará?