Plumas al cierzo

El gigante mágico

Raquel Sánchez Corcuera nos escribe este breve relato.
Raquel Sánchez Corcuera
photo_camera Raquel Sánchez Corcuera

Celia iba por primera vez a los gigantes sin su querido abuelito. Su madre le había dicho que se había puesto un poco malito y había tenido que ir al hospital, pero que pronto estaría bien de nuevo.

Celia, aunque sólo tenía 5 años, estaba preocupada, su abuelo nunca se perdería poder ir con su nieta a ver los gigantes.

De repente, a su madre le sonó el teléfono y soltó un momento a Celia.

La niña vio, un poco escondido entre la gente, a un gigante que no había visto nunca. Sin dudarlo fue hasta él, tenía algo especial, algo que le gustaba. Lo vio bailar maravillada ante sus ojos y cuando acabó, una cara risueña asomó entre la falda de la figura.

- ¡Abuelo! - Gritó la niña muy contenta.

- Hola Celia. Escucha con atención cariño. Te dirán que me he ido, pero en realidad sólo voy a hacer un viajecito. Siempre volverás a ver este mágico gigante. - Le guiñó un ojo a Celia mientras continuaba. - Y yo estaré dentro y te llevaré un rato conmigo. ¿Quieres venir?

La niña entró en la carcasa del gigante con su abuelo, dispuesta a la más maravillosa de las aventuras.

Un rato después, su madre la encontró.

- ¿Dónde estabas? - Pero no quiso reñirle, su cara no mostraba enfado, sino tristeza y preocupación. - Celia, tengo que decirte algo.... Tu abuelo...

- Ya sé que se ha ido a un viaje mamá. Me lo acaba de decir. Pero no te preocupes, le veremos siempre con su gigante mágico. Seguro que tú también podrás venir a verle.