Sin titulo

Estaba un día Fernando cargando helecho en el monte, cuando una liebre herida fue a buscar escondite bajo un montón de heno. Fernando, rápido, la acotó y la ocultó dentro de la hierba. Enseguida llegaron los perros, olisqueándolo todo y se pusieron a ladrar. Poco más tarde, aparecieron los cazadores.

- ¿Ya has visto por aquí una liebre?

El aludido miró al cielo y poniendo una cara de idiota que daba pena, les contestó:

- Las once y cuarto, ya serán; si.

- Éste, sordo debe ser - se dijeron los cazadores. Y uno de ellos, se le arrimó al oído:

-¡Qué si has visto por aquí una liebre!

- ¡Lo más, lo más, serán las once y media!

- ¿Sordo? Este es un tonto, pero de remate.

Y lo dejaron por imposible.

Pocos días después, los mismos cazadores ven a Fernando en el mercado de Tolosa. Se acercan a él y:

- Tú, atontao, ¿qué hora es?