Nabarrerías

Martín Parrondo

Era un día de comienzos del siglo XX. Se estaba celebrando la boda de Julia Gorraiz con Tomás Alzórriz Macanaz . Boda pues de cierto postín, como se demuestra en el baile que organizaron tras la comida.

Hacía rato que el baile había comenzado cuando entró en el salón uno de los invitados. Le pareció que los valses y las polkas sonaban mejor que nunca, pero no vio a los músicos. “Estos tocan mejor que los Pajes”, pensó, y comenzó a dar una disimulada vuelta por la sala para ver el quinteto. Al no encontrarlos, comenzó a mosquearse, y miró en la cocina, en el pasillo, y hasta se asomó al balcón para ver si tocaban desde la calle. Nada. Para disimular su sorpresa, decidió no preguntar y dejarse guiar por el sonido. La melodía le llevó hasta una mesa de camilla, que tenía una caja encima. No había duda. La música salía de debajo de la mesa, pero… ¡qué músicos tan enanos podían tocar debajo del mantel! No pudo resistir la curiosidad, se agachó, levantó el mantel y, al tiempo de comprobar que no había nada, notó que a sus espaldas la gente se reía. “Otro que ha picado”, dijeron. La música, ¡oh sorpresa!, salía de aquella extraña caja de madera. Entonces se enteró que el fonógrafo o gramófono había llegado a Navarra.

¿Sabías que la Plaza de los Fueros de Tudela, también llamada “Plaza Nueva” fue construída entre 1687 y 1691, extramuros del recinto medieval y levantada sobre el cauce del río Queiles? En las fachadas de sus casas se encuentran escudos de familias nobles y localidades de la ribera de Navarra.