A volandas de boinas
volvía Olentzero
saboreando el dulce
son de caramelos
dados a repuña
a palmas, a dedos,
a bocas, a ojos,
redondas, abiertos
de muetas y muetes
grandes y pequeños.
Volvía -decía-
de Rúa hacia abajo
contento Olentzero
-bien vacío el saco-
cuando calle arriba
subía un anciano
¿cargado de penas?
¡cargado de años!
llevando escondidas
de frío las manos.
Elásticas recias
paran y se giran
al ver a Olentzero
rebuscar con prisa
en su zurrón flaco
la última pizca
de dulce esperanza,
de calor y chispa
y dársela al hombre
-niño en su sonrisa-.
Así entre la Jota
y Chapiñerías
se hizo Navidad
de noche aquel día.