El Ayuntamiento y la parroquia de Fitero llegaron a un acuerdo, dentro de su plan de promoción del patrimonio turístico, para que el Monasterio pudiera abrir sus puertas durante más tiempo en los meses de verano.
Y el asunto ha tenido éxito, tal y cómo nos contaba José Ángel Calvo Berdonces, vecino de la localidad y licenciado en Historia, encargado de atender a los visitantes y realizar la visita guiada. Hasta la fecha una media de 15 personas diarias se han acercado para disfrutar de este monasterio. Un 60% son de Madrid, del País Vasco y de Cataluña, a los que se unen gran cantidad de valencianos.
En los cerca de 60 minutos que dura el recorrido, en el que atraviesan diversas estancias, los turistas se trasladan, a través de las historias contadas por el guía, a la Edad Media, una época en la que reyes, obispos y señores codiciaban esta joya arquitectónica fundada en 1.140 y que presume de ser el primer cenobio cisterciense que se construyó en la Península Ibérica.
