Opinión

Nadie es profeta en su tierra o el estigma del teatro amateur

Amateur: Aficionado/a, que cultiva o practica, sin ser profesional, un arte, oficio, ciencia, deporte, etc. (RAE) 

Por más vueltas que queramos darle, no encontramos en la definición de la realísima ninguna referencia a la calidad de aquello que se cultiva o practica. Quizá, con los años, el significado de amateur (en su origen, quien ama) haya evolucionado sin haber sido registrado. 

Y es que la realidad nos muestra, sin atisbo de tapujos, que la afición es sinónimo de mediocridad, de entretenimiento barato y de cuestionable dignidad. 

Escribimos estas letras como miembros de una compañía navarra de teatro no profesional y tras las infinitas negativas o, más bien, absolutas indiferencias, de muchas coordinaciones de cultura de nuestra comunidad. 

Molesta. El teatro aficionado molesta. Desprende un aire rancio, mixtura de compromisos no deseados y caridad barata. Pero sepan ustedes, queridas y queridos profesionales, que la definición de aficionado o aficionada aplica también a todas las personas que asisten al teatro. ¿Les suena eso de “el respetable”? 

Dieciséis. Es el número de premios, a nivel nacional, que ha obtenido nuestra última obra de teatro El matrimonio Palavrakis. Dieciséis. 

Y resulta “curioso” que esos reconocimientos, junto con las lágrimas de emoción, los “bravo”, las palabras de admiración y los aplausos en pie, hayamos tenido que recibirlos en Córdoba, A Coruña, Cantabria, Albacete, Ciudad Real, Madrid, Murcia o Araba. 

Resulta “curioso” que, con este recorrido, muchas coordinaciones de cultura navarras sigan haciendo mutis por el foro. 

Dedicarse al teatro profesional es tremendamente difícil en este país. Y no les decimos nada en esta comunidad, lejos de las grandes urbes. Pero les aseguramos que existen muchas personas en el ámbito amateur con años de formación a sus espaldas, cientos de tablas bajo sus pies, miles de kilómetros en furgoneta, mucha, mucha pasión y un respeto absoluto al oficio. 

El teatro amateur es un estigma. Y duele. Pero seguimos apostando por la cultura frente al interés económico. 

Desde nuestra humilde posición, solo les pedimos que dediquen un momento a consultar las propuestas no profesionales porque pueden encontrar piezas de alto nivel, con una calidad que nada tiene que envidiar a las compañías que, por suerte, pueden ganarse la vida con ello. 

Excluimos de estas letras al Ayuntamiento de Tafalla, a quien agradecemos su apoyo y colaboración, y nos despedimos matizando que nos referimos a coordinaciones de espacios culturales públicos que, sobre el papel, deberían estar al servicio de la ciudadanía. 

Amaia, Arantza, Iosu y Mikel
Tafalla
[email protected]