La entrada de un nuevo año siempre suele venir acompañada de una voluntad de cambio en nuestras vidas. Igual que a final de año nos proponemos abandonar una serie de hábitos o aspectos que no fueron positivos, con la entrada de enero nos planteamos adquirir otros que sí lo son.
Para integrar un nuevo hábito en nuestra vida lo primeramente necesario es la firme decisión de lograrlo, sea como sea. Es decir, la voluntad (el esfuerzo) para conseguirlo ha de tener una fuerza semejante a la que el avión necesita para despegar. De lo contrario iremos muy rápido, pero nos quedaremos siempre en tierra.
La voluntad es la energía que consciente y constantemente destinamos a un cometido, porque hemos comprendido claramente que es lo estrictamente necesario para producir un cambio en nuestra vida. Popularmente hemos oído que para generar un nuevo hábito se necesitan 40 días, es decir, repetir ese hábito sin interrupción durante ese tiempo. Pero investigaciones al respecto (ver nota adjunta) dicen que este tiempo está entre 18 y 254 días, y que alguna interrupción no impide la adopción del hábito, si es esporádica. ¿Qué significa esto? Que no conocemos nuestro tiempo mínimo para generar ese nuevo hábito, por lo tanto lo único que podemos hacer es no desistir (salvo en excepcionales ocasiones) y comprometernos fielmente con la meta que queremos alcanzar. Es duro y requiere muchísimo esfuerzo producir un cambio positivo en nuestra vida, pero si nos entregamos a él conscientemente cada segundo de nuestro día, lo conseguiremos. Es el examen que nos pone la vida para demostrarle cuánto estamos dispuestos a dar por nosotros mismos. Es irremediable crecer cuando las circunstancias nos imponen el aprendizaje, pero más valioso es cuando hemos creado las circunstancias fruto de nuestro propio aprendizaje.
Nota: Phillippa Lally, Cornelia H. M. Van Jaarsveld, Henry W. W. Potts y Jane Wardle. (2010). How are habits formed: Modelling habit formation in the real world. European Journal of Social Psychology, 40, 998–1009.
