Te he esperado con deseo, con los brazos extendidos.
Rodearte de cuidados y de mimos me produce un gran placer.
Te tomo de lleno. Te doy mi cariño. Te siento en el núcleo de mi corazón.
Mi ilusión es concebirte, engendrarte, protegerte, defenderte de la deshumanidad.
Sé que vienes a salvarnos de las iras terrenales.
El pesebre es algo triste, tiene un tono muy sencillo.
He visto al cruzar la puerta un futuro muy injusto.
Tal vez sea un espejismo.
Tu llegada al mundo es un gran motivo de celebración.
Eres una luz.
Una luz inmensa llena de energía que no encuentra alivio para su futuro.
De esta manera te siento, con esta elocuencia te quiero.
La sublime desnudez de tu forma virginal, es sinónimo de amor.
El espíritu de Dios está dentro de nosotras.
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