Tudela

Guillermo de Tudela, trovador tudelano medieval

Cuando exploramos los recovecos del pasado tudelano aparecen diversos personajes que no dejan de sorprendernos. Uno de ellos es Guillermo de Tudela, escritor y poeta épico que vivió a caballo entre los siglos XII-XIII, y que tiene el honor de contar con una callejuela a su nombre al pie del cerro del Sagrado Corazón.

 

Guillermo de Tudela
photo_camera "Se ganaba la vida más bien como juglar itinerante, viajando de lugar en lugar y recibiendo diversos regalos a cambio de entretener con su arte al público noble”

A día de hoy es muy poco lo que sabemos acerca de él, ya que no nos han quedado referencias detalladas sobre su vida. Nuestro conocimiento se limita a lo que nos cuenta él mismo en su única obra conocida: la que se ha venido a denominar por parte de la crítica filológica Cançon de la crosada o Canción de la cruzada contra los albigenses

Guillermo (quien transcribe su nombre como Maestre Guilhems) declara que nació y se crió en Tudela, pero al llegar a la edad adulta abandonó la ciudad para asentarse en Montauban, localidad del sur de Francia en el entorno de Toulouse, de lengua y cultura occitanas. Diversos detalles de su escrito nos permiten deducir que la fecha de este traslado debió de ser hacia 1199, lo cual nos sugiere una fecha de nacimiento aproximada en algún momento del cambio entre los años finales de la década de los setenta y primeros de los ochenta del XII.

El medio social en el que se crió nuestro Guillermo vivía una situación de profunda transformación y eclosión cultural. Tras el complejo proceso de conquista de Tudela entre agosto de 1118 y marzo de 1119 por parte de las tropas del rey de Pamplona y Aragón Alfonso I el Batallador, se había iniciado un flujo migratorio masivo de cristianos oriundos de ambas vertientes de los Pirineos, junto con gentes del resto de Francia y partes de la actual Alemania (los denominados francos), atraídos por las ventajas de todo tipo que concedían los monarcas y que cambiaron de arriba a abajo la composición étnico-cultural que se había mantenido durante los cuatro siglos de dominación musulmana. Tudela había amanecido aquel siglo XII como una típica sociedad del Al-Andalus formada principalmente por muladíes, mozárabes y judíos bajo el dominio militar de élites almorávides norteafricanas, y terminó la centuria ya como un espacio fuertemente europeizado y regido por gentes pirenaicas o circumpirenaicas (occitanos). Y aunque todavía seguían existiendo importantes comunidades musulmanas y judías, la situación empezaba a tornarse en su contra.

El nombre del poeta, Guillermo, nos indica con bastante probabilidad que se trataba del vástago de alguna de aquellas familias de origen ultrapirenaico asentadas en la ciudad. Algunas investigaciones como la de Higounet (1938) han rastreado la existencia de posibles familiares de nuestro autor (hermanos tal vez) en el sur de Francia, como Pierre de Tudèle (caballero templario asentado en Vaour, localidad cercana a Montauban) y Arnaud-Guilleme de Tudèle (burgués de Toulouse, dedicado a  tareas judiciales). Todo ello nos delinea una familia de varones de alto nivel sociocultural, nacidos y criados en la propia Tudela pero que probablemente tuvieron que ganarse la vida en el área de Toulouse-Montauban, tal vez apoyándose en familiares de la zona, de la que serían oriundos sus ancestros cercanos.

Primeras líneas del poema de Guillermo
Primeras líneas del poema de Guillermo
Hemos subrayado en negro las expresiones Navarra y Tudela, respectivamente

Las características de la obra de Guillermo nos apuntan con seguridad a que recibió una educación excelente, muy orientada a las letras, conociendo en detalle todo el repertorio de literatura épica que corría entre los francos tudelanos de la época. Él se autodenomina maestre y clérigo, lo cual apuntaría a que había sido ordenado sacerdote. En efecto, en el único manuscrito que conservamos de su obra, custodiado en la Bibliothèque nationale de Francia, aparece al principio un supuesto retrato de él en pleno acto de escribir, donde lo vemos con ropas de clérigo, la cabeza tonsurada en un gran porcentaje e impecablemente afeitado, rasgos todos ellos típicos del clero de la época.

No obstante, sus propios comentarios en la obra parecen indicarnos que se ganaba la vida más bien como juglar itinerante, viajando de lugar en lugar y recibiendo diversos regalos a cambio de entretener con su arte al público noble. Uno de los actos más importantes en los que actuó fue la boda del conde Raimundo VI de Toulouse con Leonor de Aragón (hija del rey Alfonso II de Aragón), celebrada en Perpiñán en 1204... De paso, este mismo matrimonio nos ilustra bastante bien cómo en aquella época Navarra, Aragón y Occitania eran un continuum geográfico, social y cultural.

Guillermo debió de ser un alma especialmente inquieta y adiestrada en los saberes de la época, lo mismo exotéricos que esotéricos, ya que también nos asegura en la introducción de su obra que era experto en el arte de la geomancia, sistema adivinatorio que pretendía poder predecir hechos futuros con ayuda de los espíritus de la tierra. Según sus propias palabras, con el auxilio de esta técnica había sido capaz de vaticinar con antelación la destrucción que se iba a producir en Montauban y en todo el país occitano por culpa de la herejía cátara, por lo que decidió abandonar la ciudad en 1210, buscando la protección del conde Balduino (hermano de Raimundo VI), quien le dio una canonjía en la localidad de Saint-Antonin-Noble-Val.

Hoy en día esto último de la adivinación por medio de la geomancia nos puede resultar extravagante y simple charlatanería, pero lo cierto es que por aquellos años se vivía en la región el apogeo de esta curiosa práctica. De hecho, hay que señalar que fue precisamente en la primera mitad del siglo XII (poco antes del nacimiento de Guillermo) y en la vecina localidad de Tarazona donde se tradujeron por primera vez en toda Europa dos tratados árabes al latín que versaban sobre esta práctica adivinatoria, a manos del equipo del enigmático Hugo de Santalla, alquimista, astrólogo, geomante y traductor patrocinado por el obispo de Tarazona Miguel Cornel (fallecido en 1151), personaje excepcional de la época y también de origen occitano. Así que la afición por la geomancia de Guillermo de Tudela estaba en clara consonancia con el ambiente cultural de su tiempo, en el que el eje Tarazona-Tudela debía de estar lleno de personajes dedicados a los saberes misteriosos, resultando ser el primer foco europeo en cuanto a investigación del arte geomántico, técnica de probable origen norteafricano, conocida en árabe como raml ‘arena’ y que había llegado hasta aquí con la conquista musulmana.

Retrato de Guillermo de Tudela
Retrato de Guillermo de Tudela
La imagen original ha sido sometida a tratamiento informático para aumentar el contraste, ya que el original está tan degradado que apenas se vislumbra el dibujo

Fue en aquel mismo año de 1210 en el que Guillermo decidió comenzar a redactar su obra acerca de la cruzada cátara. Para quien no lo sepa, hay que recordar que en el año 1208 el papa Inocencio III había decretado una bula contra los cátaros de toda Occitania, comunidades cristianas heréticas que afirmaban que el mundo material no era creación de Dios sino del Diablo, y que rechazaban los rituales de la Iglesia, defendiendo una vida de ascetismo extremo. La ocasión fue aprovechada por las élites nobiliarias del norte de Francia para extender su influencia en la zona y enriquecerse con los saqueos, dando inicio al proceso de afrancesamiento de Occitania, hasta entonces dotada de identidad propia y bastante ligada al reino de Aragón.

Cuando en el siglo XIX se hicieron las primeras ediciones académicas del único manuscrito conservado del poema épico de Guillermo (una copia elaborada hacia 1275) llamaron la atención las extrañas características de la lengua del trovador. No parecía ni provenzal clásico, ni francés literario ni ningún idioma románico concreto de la zona. El aspecto general era el de un habla mezclada y deforme, rasgos que atribuyeron a supuesta impericia por parte del autor. No obstante, con el tiempo parece haberse ido asentando la percepción de que no se trataba de una lengua defectuosa, sino de cierta especie de koiné o lengua intermedia entre el occitano, el francés y el navarroaragonés, surgida espontáneamente de la mezcla en la propia Tudela de las poblaciones francas con las navarras y aragonesas, y que resultaba útil para un trovador itinerante que se moviera por varios lugares y tuviera un auditorio de gentes de diversos dialectos relacionados. Así que resulta que el poema de Guillermo probablemente nos ofrece un excelente ejemplo de cómo hablaban por aquellos años los sectores francos de la ciudad.

La obra de nuestro escritor termina bruscamente mientras relata los hechos de julio de 1213, siendo continuado el resto del poema por un poeta provenzal anónimo, que escribe en un tipo de idioma occitano literario puro y cultivado. Este hecho no se ha podido explicar, ya que carecemos de más datos acerca de Guillermo. Tal vez falleciera en aquellos días o bien tuviera que dejar la composición del texto para atender otras obligaciones. Ocurriera lo que ocurriera, desde entonces aquel trovador excepcional se convirtió en uno de los mejores y más curiosos escritores que haya producido Tudela en toda su historia, además de perfecto ejemplo del mundo novelesco que le tocó vivir, con sus conflictos, tensiones y búsquedas de saberes misteriosos.