Tudela

El origen de algunos temas navideños en Tudela

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La celebración de la Navidad en diciembre es una costumbre medieval, que se fue extendiendo por occidente. Fue en el siglo VI cuando el monje Dionisio el Exiguo fijó la fecha del nacimiento de Jesús en diciembre, y la tradición y fe cristiana la admitieron, siendo desde entonces el 25 de diciembre cuando se celebra la Navidad, aunque parece ser que el nacimiento de Jesús, apoyándonos en los evangelistas, no debió de ser en diciembre, sino en un mes de más calor, ya que según relata San Lucas en su evangelio, la noche del nacimiento de Jesús, los pastores cuidaban los rebaños al aire libre, y en este tiempo invernal los pastores no es lógico que estuviesen por la noche al raso.

Voy a tratar de exponer en el artículo una serie de datos históricos sobre la Navidad  en Tudela, tratando de informar desde cuando conocemos la celebración de unas y otras cosas.

Primeros datos

Las primeras referencias de la celebración de la Navidad en Tudela me aparecen a comienzos del reinado de Carlos III el Noble en el año1388, lo cual no indica que anteriormente no se celebrase. De 1391, tenemos datos concretos de que el monarca pasó aquí la Navidad, el cabodayno o día último del año y la Epifanía. Para acompañar al rey y su familia, vinieron a Tudela además de su Corte, un buen número de nobles y acompañantes. En esta ocasión han quedado reflejadas varias entregas de dinero al monarca para su diversión, entre ellas una la vigilia de Navidad “para jugar a los dados”.

La Nochebuena

Por tratarse de la víspera de la fecha establecida del nacimiento de Jesús, el día 24 fue declarado por la Iglesia día de ayuno y abstinencia por lo que se cenaba poco y sobre todo sin probar la carne. La cena de Nochebuena desde la época medieval, que tenemos las primeras noticias en Tudela, se celebraba de una manera frugal, hasta la supresión de este ayuno por la Iglesia a partir del año 1918, momento en el que se comenzó a celebrar la cena tal y como la conocemos.

En Tudela, encuentro una referencia detallada en 1407, año en que vinieron el 24 de diciembre el conde de la Marche, yerno de Carlos III, con su gente, permaneciendo hasta el 29. Para la cena de Nochebuena, a la que acudieron 71 personas, a cada comensal se le asignaron 2 panes, y según el libro de gastos comieron: barbos, anguilas, merluza, arenques, soros, almejas, cebollas, perejil, huevos, mostaza, quesos de vaca, cuerdas de uvas, avellanas, higos, peras y manzanas. La comida del día 25 varía totalmente, consumieron: buey, carneros, cabritillos, gallinas, perdices, conejos y un tocino.

A partir de quitarse el ayuno y abstinencia, este día que tradicionalmente había sido de sacrificio, se convirtió en la noche era la más alegre del año. Después de cenar abundantemente y cantar villancicos se acudía a la misa del Gallo. Acabada la misa, se formaban grandes cuadrillas, que con guitarras iban a rondar por las calles, parando en las casas donde sabían que había mozas solteras, o podían sacar aguinaldo, que en esta ocasión era siempre de botellas de licor.

Auto sacramental

En los siglos XVI y XVII en Tudela la noche de Navidad acudía el pueblo en la catedral, donde se ejecutaba un espectáculo simple pero curioso. En el coro se reunía la llamada Capilla de Música y al toque de órgano, violín, clarinete, violonchelo, trompas, etc., comenzaba a las once y media de la noche una danza sagrada. Subían a un tablado, montado al efecto, cuatro infantes vestidos de pastorcillos que junto a los músicos, comenzaban una danza pastoril típica, con cantos de villancicos y letrillas del auto-sacramental del Nacimiento. Al compás de la melodía se recitaban coplillas alusivas al misterio, durando el espectáculo hasta la media noche, hora en que se anunciaba la venida del Redentor. Acabado este ingenuo acto comenzaba la misa del Gallo.

Los autos-sacramentales no solamente se hacían este día en la catedral desde que comienzan los libros de cuentas del Ayuntamiento, es raro el año en que no aparece algún pago, por la composición de un auto-sacramental. A lo largo del siglo XVI, en varias ocasiones vemos escrito el nombre del Gramático de la ciudad, maese Melchor Enrico, haciendo autos, para conmemorar la festividad de Santiago, Santa Ana, San Pedro Ad-vincula o la Conversión de la Magdalena. Éstos tenían lugar en el Mercadal o en la plaza de Santa Maria, y era costumbre el que cada espectador se llevase su propia silla.

El día de Navidad

Para el día de Navidad el monarca reunió en su mesa el año 1388 a sus hijas y hermana Juana y 60 personas más. Almoravit, un barquero tudelano, trajo una barcaza de “bucher” de los sotos de Valtierra hasta Ribotas. El zalmedina de los moros se hizo cargo de ella, llevándola al hostal del monarca.

José Branet, un cura francés que vino a Tudela en el año 1797, nos dejó escrito un testimonio de cómo era el ambiente en la ciudad vísperas de las navidades:

“El tiempo que precede a la Navidad se emplea en Tudela, como en el resto de España, en hacer regalos... No hay tonel de buen vino que no se barrene. Se ven marchar cántaros llenos de mosto cocido y miel, una prodigiosa cantidad de quesos, de mazapanes, de pasteles hechos con huevos y leche, en fin, de todo lo que puede producir el país. En estos días no hay cerdo que no se condene a muerte, ni corral donde el gallo no se quede viudo. Los patos y capones, atados por las patas, publican por las calles y caminos la desgraciada suerte que les espera. Todo en es¬te tiempo es movimiento y confusión. Los confiteros apenas pueden cumplir los encargos que reciben. Los arrieros están comprometidos con un mes de antelación para el transporte de estos presentes”.

La Nochevieja

Es una de esas fiestas que parece se remontan a muchos siglos atrás, cuando la realidad es que todavía no hace un siglo que se comenzó a celebrar tal como ahora lo hacemos. Las primeras referencias de celebración que encuentro en el siglo XX, son más de carácter religioso y vemos cómo se solemnizaba el día con celebraciones litúrgicas en las parroquias e iglesias de la ciudad, con cultos especiales consistente en visitas a los altares, que se adornaban de manera especial y no de una manera folclórica por las calles y bares como en la actualidad.

Para documentar esta afirmación, he repasado todos los periódicos desde finales del siglo XIX y no aparecen referencia a espectáculos ni celebraciones por la noche hasta los años cincuenta del siglo XX. Todavía en el año 1953 La Voz de la Ribera decía que la Nochevieja y Año Nuevo eran fiestas que se celebraban mayormente en la intimidad de los hogares.

Las uvas, hacia 1920

El comer las uvas que hoy es tan normal, lo veo reflejado por primera vez de una manera un tanto despectiva en el periódico local El Anunciador Ibérico que en su número correspondiente al día 3 de enero del año 1903, escribía, pero no hablando de Tudela, sino de otros lugares, que había personas agüeras que hacían infinidad de simplezas para que el año entrante les fuese bien y entre otras cita: “Personas hay que creen que para que el año vaya bien, hay que empezarlo comiendo un grano de uva a cada campanada de las primeras doce que den”.

Lo cierto es que no hallo hasta la década de 1920 referencias ciertas de que en Tudela, en algunas casas se comenzaban a tomar las uvas al compás de las últimas campanadas del reloj, no era normal salir a los bares, ya que la mayor parte, por no decir todos, estaban cerrados y algunos jóvenes después de la misa se iban a rondar por las calles.

Epifanía y Rey de la Faba

En este día que hoy conocemos más como día de Reyes, se celebraba la fiesta del Rey de la Faba, festividad consistente en escoger el día de Epifanía a varios niños pobres de la localidad donde estuviese el monarca y hacer un gran rosco en el que se escondía una pequeña haba y, cortado en trozos, se repartían entre los muchachos. Quien tenía la suerte de topar con la “faba”, recibía grandes honores, se le vestía de rey y el monarca le obsequiaba con regalos, a la par que le daba limosnas y trigo para su familia.

Como «el rey de la faba» se celebraba donde el rey pasaba estas fechas, sabemos que en varias ocasiones se hizo en Tudela. La primera vez que tenemos constancia data del reinado de Carlos II el Malo, en el año 1361, la elección recayó en «Juanico», hijo del barbero, y el premio que recibió fueron tres cahíces de trigo, 50 sueldos carlines prietos, más 18 dineros de la misma moneda.

La peña pamplonesa Muthiko-Alaiak recuperó esta tradición en 1964, celebrando la primera fiesta en Olite. En Tudela tuvimos ocasión de acoger esta ceremonia dos años se¬guidos (1971-1972), que con gran pomposidad se celebró en el altar mayor de la catedral. De nuevo se celebró en la catedral el sábado 10 de febrero de 2007 y el niño elegido fue Iván Igea.

Bienvenida al siglo

Algunas costumbres una vez establecidas, nos parecen que fuesen de toda la vida, como he indicado al hablar de la Nochevieja no era costumbre el salir a la calle, ni se hacía la celebración de la despedida de año y entrada del nuevo, que puedo asegurar que en los años finales del siglo XIX no aparece en ningún periódico tudelano de la época. La primera conmemoración que conozco en la ciudad, se refiere al paso del año 1900 a 1901 y porque se trataba del cambio de siglo, que se celebró en toda España. El Ayuntamiento, para dar esplendor a la entrada del siglo XX, organizó diversos festejos populares y por la noche, música bailable en la plaza; así mismo acordó que el día 1 de enero se diese una comida extraordinaria a los asilados de la Real Casa de Misericordia y Hospitalillo de Huérfanos, a los enfermos del Hospital y a los presos de la Cárcel.

El árbol de Navidad

En Tudela el árbol de Navidad con sus bolas de cristal colgando y lucecitas encendidas, se popularizó a principios de la segunda mitad del siglo. La entrega de regalos el día 24 en lugar del día seis de enero, también ha ido adquiriendo cada vez más adeptos.

Luis Mª Marín Royo

Historiador