Ribaforada

El yacimiento romano de San Gregorio

Las excavaciones han dejado al descubierto varias estructuras y un enterramiento datado entre los siglos I y II d.C.
Yacimiento romano de San Gregorio en Ribaforada 1
photo_camera El arqueólogo Juanjo Bienes presenta los restos hallados del Hipocausto a los vecinos de Ribaforada

Entre los años 2017 y 2019 se realizaron tres campañas de excavación arqueológica promovidas por el Ayuntamiento de Ribaforada, y con el apoyo del Gobierno de Navarra, en el yacimiento romano de San Gregorio. Las excavaciones fueron dirigidas por los arqueólogos riberos Juan José Bienes Calvo y Oscar Sola Torres.

Se trata de un yacimiento muy cercano a la población, situado en una estrecha franja de terreno plantada de pinos, entre las casas y el Canal Imperial. Es lógico pensar que el yacimiento sería de mayor extensión, pero sus restos se destruirían al hacer la urbanización moderna. El yacimiento ha aportado destacados resultados, incrementando con ello el conocimiento de este territorio hace casi 2.000 años.

Los trabajos se iniciaron ante la noticia, e implicación, de un vecino del municipio, Aitor Alzueta, de la presencia de ladrillos circulares, cenizas y fragmentos de cerámica de época romana en superficie. Se trataba de un yacimiento inédito, no catalogado en los trabajos de prospección que se realizaron en el término municipal hace ya treinta años.

Ante estos indicios lo preceptivo fue realizar una pequeña intervención arqueológica promovida por el Servicio de Patrimonio Histórico del Gobierno de Navarra y el Ayuntamiento de Ribaforada, que permitiera poder interpretar estos restos. Con esta primera intervención, realizada en septiembre de 2017, se inició una serie de campañas arqueológicas que han permitido poder descubrir distintos restos arqueológicos, pertenecientes a un pequeño asentamiento romano, fechados entre el S.I y III d.C. 

El hipocausto 

Se trata de una estructura diseñada para dotar de confort a las habitaciones principales de la casa, ya que permiten calentarlas mediante una cámara subterránea por la que circula aire caliente. Este tipo de infraestructuras fueron muy utilizadas en el mundo romano, contando en la Ribera de Navarra con otros ejemplos en El Villar de Ablitas o el El Ramalete de Tudela, y subsistieron hasta la actualidad en la Meseta Castellana con el nombre de “glorias”, de ahí el dicho popular de “estar en la Gloria”.

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El conjunto cuenta con una boca de carga (praefurnium), donde se quemaba la leña, que comunica con una cámara situada bajo el suelo de la estancia. Esta cámara contaba con 16 columnillas (pilae) de pequeños ladrillos redondos o cuadrados, sobre las que se sustentaba el suelo de la habitación formado por grandes placas de cerámica. 

Por el estudio de los restos hallados, pensamos que esta zona de la villa rústica no llegaría más lejos de mediados del siglo II d. C., y habría sido abandonada en beneficio de otras zonas de la casa, reciclándose una gran parte de sus elementos constructivos, principalmente las placas de cerámica de los suelos.

El horno

Esta estructura se descubrió en la segunda campaña, en 2018, y nos sorprendió ya que no se evidenciaba nada en superficie. Se trata de los restos de un horno de producción alfarera, para la cocción de las cerámicas. Por el análisis de los restos hallados, es anterior a la construcción del hipocausto, siendo amortizado y destruido para la construcción del mismo.

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Su sistema de funcionamiento es similar. Se trata de una estructura trapezoidal y alargada, de la que solo queda su parte inferior, excavada en el terreno geológico. Cuenta con un praefurnium o pasillo de entrada, estrecho y dispuesto en ligera pendiente, por donde se accedería para depositar la leña con la que realizar la combustión, así como la propia limpieza del horno, evidenciada por la mayor acumulación de cenizas junto a la boca del mismo. Este pasillo conecta con la cámara de combustión, que en este caso está dividida en dos por un muro de adobes. En esta cámara, denominada furnium, era donde tenía lugar la combustión y se producía el calor. En sus paredes de adobe, revestidas de barro, se han podido apreciar, todavía, los efectos del fuerte calor, llegando a tener un aspecto fundente y casi vitrificado provocado por las altas temperaturas que se alcanzaron.

Los restos arqueológicos aparecen a escasos 10 cm de profundidad, no habiendo sido posible encontrar evidencias de la parrilla sobre la que se depositarían las cerámicas, ni de las paredes del alzado y cubierta con las que contaría el horno.

La localización de un horno de producción cerámica de época romana representa un hecho excepcional, ya que estamos ante el único localizado y excavado en Navarra. En el entorno se conocen otros yacimientos con evidencias de actividades alfareras (Traibuenas, Tarazona o Calahorra), pero la localización de un horno, es algo excepcional, ya que por lo general no se localizan los hornos, sino sus testares. 

El testar

Se trata del basurero o escombrera donde se arrojaban las cerámicas que se desechaban en el proceso de fabricación por salir defectuosas o por producirse roturas. Su excavación ha aportado, lógicamente, gran cantidad de material cerámico, y nos ha permitido conocer que estuvo destinado a la producción de cerámica de Paredes Finas (una variedad de vajilla de mesa muy apreciada), cerámicas barnizadas (con colores ocres, marrones y rojizos) y cerámicas comunes (sin un tratamiento especial de la superficie) con producción de cuencos, jarras y tapaderas.

Nos encontraríamos ante un pequeño complejo alfarero de carácter rural perteneciente a la villa rustica y que estuvo en uso durante un corto espacio de tiempo, en la primera mitad del siglo I d.C. distribuyendo su producción entre las localidades y asentamientos de su entorno más inmediato.

La existencia de esta zona de producción cerámica se basa en la presencia de un depósito geológico de arcillas de gran calidad, aunque de poca extensión, que también fue explotado a finales del siglo XIX y principio del XX por una fábrica de ladrillos hasta el agotamiento del material.

El enterramiento en hoyo

Gracias al uso de las nuevas tecnologías geofísicas no invasivas, ni destructivas, como es el georradar, y su aplicación a este yacimiento, pudimos conocer y descubrir la existencia de este enterramiento que ha aportado interesantes resultados. Se localizó alejado del núcleo central del yacimiento, donde el georradar identificó una anomalía en el terreno, producto de que se hubiera alterado o removido el sustrato natural.

Se trataba de un gran hoyo excavado en las gravas naturales, no sabiendo al principio si se trataba de una excavación moderna o antigua, hasta que a un metro de profundidad se encontraron los restos de un individuo humano en posición decúbito lateral derecho, de costado, con las piernas flexionadas. Se trata de un enterramiento inusual para su época, ya que el sistema de enterramiento se asemeja más a los utilizados en la Prehistoria y Edad del Bronce, pero los análisis de Carbono 14 realizados han datado su muerte en una horquilla de tiempo que oscila entre en los años 73 y el 226 d.C.

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Enterramiento descubierto por el georradar de un individuo masculino de edad adulta

Se trata de un individuo masculino, de edad adulta (entre 40-60 años), de estatura elevada (entorno al 1,76 m de altura) que presenta signos de traumatismo en su cabeza con evidencias de cicatrización, siendo posible que el trauma fuera infligido por un arma de filo metálica. Probablemente, el individuo habría sido agredido por otra persona que le asestó un golpe en la zona posterior del parietal. No obstante, se documenta remodelación ósea en los bordes de la fractura, por lo que el individuo habría sobrevivido a la agresión.

Su cráneo, formó parte de la exposición de Paleopatologia, ‘La vida impresa en los huesos’, realizada en el Museo de Navarra en 2019.