Tudela

Las piernas de los gigantes

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Tras los encierros, los gigantes y cabezudos son, posiblemente, el elemento más característico de las fiestas de Santa Ana. Niños y mayores reciben cada año con cariño a estos personajes de cartón-piedra tan especiales y tan entrañables que animan las calles de la ciudad desde el 24 al 30 de julio. Cuatro son los gigantes que representan a Tudela: Sancho VII “El Fuerte”, Blanca de Navarra (conocida como Sancha), Juan de Labrit y Catalina de Foix, que cobran vida, cada jornada festiva, a cargo de la Comparsa de Gigantes y Cabezudos de Tudela, desde que se crease hace ahora 24 años.

En sus inicios fueron 18 las personas entusiastas y amantes de la danza y las tradiciones que aceptaron encantados un reto: formar parte de la Comparsa. En la actualidad, son 20 los miembros que la forman con una edad media que ronda los 35 años y, de momento, sin relevo generacional, porque según comenta José Luís Balmaseda, uno de sus componentes, “tenemos muchas dificultades para que entre gente joven y sean en un futuro nuestro relevo”. Al parecer, el compromiso que conlleva bailar un gigante durante las fiestas de Tudela no es un atractivo para ellos. “Los jóvenes no piensan más que en salir por la noche y esto no se puede compaginar con los gigantes porque tienes que cuidarte un poco para estar fresco al día siguiente. Hay que estar en perfecto estado cada mañana durante los 7 días que duran las fiestas”, apunta Balmaseda. “A pesar de ello, esperemos que vaya entrando gente de 25 a 35 años en un futuro muy próximo, porque nosotros ya llevamos muchos años y siempre es bueno que entre gente nueva”, demanda el componente de la comparsa.

Los gigantes permanecen guardados en la iglesia del antiguo seminario de Tudela, ubicado en la calle Gayarre. En ese mismo lugar también realizan sus ensayos, de forma esporádica, durante todo el año y especialmente fija y continua cuando llega el mes de junio, para que en fiestas salga todo a la perfección. “Llevar los gigantes no es difícil, lo complicado es bailarlos bien, por eso debemos ensayar de forma estricta cuando las fiestas están a la vuelta de la esquina”, afirma el miembro de la comparsa.


A pesar de que cada gigante pesa entre 50 y 60 kilos, dependiendo de si es mujer u hombre, y miden 3,60 metros de altura, para bailarlos no se requieren ninguna cualidad física específica, “lo único que impide poder bailar a los gigantes es tener problemas de espalda o de rodillas. Por lo demás, el único requerimiento es tener muchas ganas de bailarlos”, comenta Balmaseda.

El baile de los gigantes fundamentalmente se basa en el paso del vals. Un ritmo que lo componen 3 movimientos sin pausa alguna que, unido a su velocidad y la obligación de bailarlo sin apoyar los talones en el suelo, lo convierten en una de las danzas más duras que existen. “Aunque principalmente bailamos el vals, también realizamos otros estilos, en menor medida, como son el pasacalles o la jota, pero ésta última a un ritmo más lento de como lo pueden bailar los danzaris”, apunta José Luis. “Así que con que una persona sepa el vals es suficiente para que pueda bailarlos, y si no ya le enseñaremos”.


De sus numerosas participaciones durante las fiestas patronales, la Comparsa de Gigantes y Cabezudos de Tudela señala dos actos como los más emotivos para los danzantes: “uno es la entrada a la catedral en la tarde noche del 24 de julio, después de la novena. El otro, el día de la patrona, con el desfile en las dos procesiones que tienen lugar durante esa mañana, y en especial durante el baile de la jota a Santa Ana”, señala Balmaseda. “Aunque también es muy bonita la concentración de gigantes alrededor del kiosco de la Plaza de los Fueros de Tudela, tras la procesión del día 26, para bailar al son de las gaitas. O la despedida de los gigantes, el día 30, que es un acto muy emocionante e intenso, especialmente para los niños, que ven a los gigantes por dentro, se hacen fotos con ellos e incluso los bailan con nosotros”.