os nervios porque todo saliera a pedir de boca eran patentes. Los niños ensayaban sus posiciones, los profesores cruzaban los dedos para que sus pupilos se acordaran de todos los pasos, y los padres, impacientes sentados en las gradas del patio, esperaban la salida de sus retoños, con los trajes confeccionados por ellos mismos, para tomar instantáneas.
Este era el ambiente que se respiraba en la fiesta de la Semana Cultural de La Anunciata, cuyo profesorado eligió la temática de las fiestas patronales y otras tradiciones y símbolos tudelanos para recrearla con escenas protagonizadas por niños de primero, segundo y tercero de Infantil, de 3, 4, 5 y 6 años.
Los padres pasaron muchas horas, antes de esta “función”, diseñando y cosiendo o decorando los trajes que lucieron sus hijos, algunos más laboriosos que otros. El sol presidió esta jornada preludio de las fiestas en honor a Santa Ana.
No podía faltar la imagen de la Patrona, a la que un grupo de niños agasajó con flores, recreando la tradicional ofrenda floral de La Teba. Los gigantes y los cabezudos tampoco podían eludir la cita. Éstos fueron precisamente los atuendos con más dificultad en la realización, ya que aparte de las cabezas y las ropas, los padres tenían que construir el armazón.
Verduras y zampantzar
Como en todas las fiestas de Navarra, las peñas fueron un ingrediente fundamental. Las de La Anunciata se llamaban La Algarabía, cuyos miembros iban ataviados con chaleco naranja, y El Moco, con chaleco amarillo. Ambos colectivos portaron pancartas alusivas a las fiestas e iban acompañados por sus respectivas charangas, con instrumentos de plástico imitando a los originales.
