Castejón

Guardianes de los animales

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Desde 1998, la Sociedad Protectora de Animales y Plantas de Navarra es la encargada de gestionar el Lazareto Comarcal de la Ribera. Este albergue, cuyo nombre proviene de los hospitales para mendigos que había en las afueras de las ciudades en la Edad Media, no sólo ofrece servicio de recogida para aquellos animales que vagan por las calles, sino que también facilita su adopción.

Rodolfo Escalada y Maite Burguillos están al frente de este centro, ubicado en el Vertedero de El Culebrete. Aunque al principio comenzó siendo un Lazareto exclusivamente canino, su servicio se ha hecho extensivo a todo tipo de animales domésticos, incluidos gatos, iguanas, ovejas e incluso cigüeñas. Para ello, atienden los avisos que realizan tanto los ciudadanos anónimos sobre animales abandonados como los ayuntamientos que están mancomunados. “Hay una ordenanza de la Macomunidad Reguladora y otra de la Protección Animal que no permite que los animales estén sueltos por la calle. Si se da esta circunstancia y pasa algo, la responsabilidad recae sobre el Ayuntamiento, por eso ellos también utilizan el servicio de Lazareto”.

Aunque esta es la forma principal en la que llegan los animales al Lazareto, también son los propios dueños quienes, a veces, deciden llevarlos. “Es triste que tengamos que darle carácter legal a que una persona se deshaga de su animal. Vienen aquí, pagan una tasa de 18 euros, se le toman los datos y ya está”, dice Escalada. Es precisamente en esta época, con la temporada de caza, cuando más engordan las listas de las perreras. “Ahora que es veda, estamos recogiendo muchos perros que no cazan o que están viejos. También afectan mucho las crías y camadas, ya que al principio, cuando son pequeños, se colocan muy bien pero luego, cuando crecen y requieren más cuidados, se deshacen de ellos”, explica el encargado del Lazareto.

Sacrificios

Una vez que el animal llega al albergue, se comprueba si lleva microchip. Si es así, se avisa al dueño, éste paga unas tasas de sanción y se lleva al animal. Si no, se analiza durante unos días su comportamiento y carácter, y se comprueba si tiene enfermedades así como la edad. Con estos datos elaboran una ficha informativa del animal que les sirve para determinar si son aptos o no para la adopción. Este último es otro de los servicios que ofrece el Lazareto. Hasta allí pueden acudir personas que deseen acoger un animal. Para ello, deben pasar una entrevista en la que se les pregunta, entre otras cosas, sobre el tipo de animal que desean y los cuidados que pueden necesitar. Si resultan aptos, el adoptante debe comprometerse a cuidarlo como marca la ley Foral de Protección Animal, a devolverlo si no lo puede tener, así como a no criar. El precio de la adopción puede ser de 40 ó 70 euros, dependiendo del número de vacunas que lleve puestas. “Una vez que una persona se lleva el perro, hacemos un seguimiento postadoptivo. Para ello contamos con la ayuda de los socios que la entidad tiene repartidos por la Ribera. Si nos dicen que algo va mal, nos acercamos al domicilio, estamos con el dueño y el animal, y si no está en condiciones, nos lo llevamos”, matiza Roberto Escalada.

Atención al público

“Una vida digna, una muerte digna”, reza el lema de la Protectora de Animales. “Por ello, si tras analizar un animal sabemos que no vamos a poder colocarlo bien, preferimos sacrificarlo”, dicen desde el Lazareto. Aunque no hay un tiempo marcado para llegar a esta acción, muchas veces el sacrificio viene motivado por la falta de espacio en el centro. “Tenemos alrededor de 30 jaulas. En ellas pueden estar dos perros de talla mediana-grande y uno si el perro es muy grande. De esta manera podemos alojar unos 70 perros y 40 gatos”, comenta Escalada. Los sacrificios se realizan cada 15 días, con una media de 15 animales al mes. “Aquí no estamos para buscar un dueño a cada perro. Lo que intentamos es que no se dé esta circunstancia. Queremos sensibilizar a la gente para que cojan perros conscientes de que viven 14 años y de que durante este tiempo necesitan unos cuidados y compromisos. Esto es lo único que puede evitar que luego se deshagan de ellos”, concluye Escalada.