Cintruénigo

El camino de los tres reyes

Según narra la tradición, tres fueron los Reyes Magos de Oriente que guiados por una estrella en el firmamento buscaron al Niño-Dios en su afán de honrarlo, representando así una de las imágenes más clásicas de la Navidad.



Esos Melchor, Gaspar y Baltasar del oro, el incienso y la mirra, que buscaron en el horizonte y encontraron el camino, bien podrían estar ahora entre nosotros representando otras tantas virtudes que perdimos y que esos personajillos que ahora nos administran son incapaces de encontrar y alcanzar.



Por ello, creo que esta mítica escena cristiana puede servirnos de modelo en este lúgubre momento. En esta oscura noche del cambio de Era y del fin de una senda equivocada, reflejo de un año, una vida, alejados de la virtud. La máxima que nos hará encontrar el camino, a buen seguro, se deba fundamentar en la Humildad, la Sencillez y la Austeridad. Ya que, a lomos de esos camellos tozudos que son nuestros pecados capitales, -Pereza, Gula, Ira, Envidia, Avaricia, Soberbia y Lujuria (mal entendida), nos hemos alejado del sentido más humano de la vida.



Si la Navidad, como apuntó la escritora y artista Dale Evans, es amor en acción, el símbolo de su búsqueda de la mano de esos reyes magos -eruditos del momento- bien podría señalar que el camino de la verdad está, en el fondo, al otro lado de nuestra terca semblanza equivocada, de tropiezo tras tropiezo, sin aprender la lección.



La Navidad debería ser, por ello, tiempo de reflexión, mea culpa, y melancolía. Punto de inflexión

y clara rectificación en el camino...