Tudela

El artista tudelano Javier Continente, profeta en su tierra

1211355263.jpg

Las circunstancias de la vida llevaron al tudelano Javi Continente, conocido artísticamente como Jomi, a encerrarse junto a su amigo Senen en un sótano valenciano durante tres años y medio. “Era una época que estabas un poco desencantado porque nos habían pasado cosas y estábamos como de bajón y nos refugiamos allí”, indicaba Jomi. Este tiempo de terapia, analizando lo que les había pasado y divagando sobre lo que les podía pasar, comenzó a fraguarse una aventura, la de los Hermanos Oligor, a la que titularon “Las tribulaciones de Virginia”. Un espectáculo teatral, al modo de las antiguas barracas de feria, donde los protagonistas de la historia se mueven por el escenario gracias a diferentes artilugios mecánicos, realizados a base de piezas encontradas en la calle o en el rastro.

Senen y Jomi, a los que no les gusta decir ni sus nombres ni apellidos verdaderos y a los que muchos creen hermanos de verdad, crearon así la formación “Hermanos Oligor” con la que han viajado por toda España y parte de Europa contando los amores y desamores de Virginia y Valentín y con la que han ganado diferentes premios. “Para nada te podías imaginar que íbamos a ir a todos esos sitios y que lo iba a ver tanta gente, pero si te dejas llevar, la vida te va poniendo este tipo de sorpresas”.

Sin embargo salir de aquel sótano, a cuya estructura estaba sujeta parte del tinglado, no fue fácil. “Los años del sótano fueron bastante durillos porque nadie nos apoyó. Bueno nos ayudó un fallero en Valencia que nos dejó un rincón en su taller unos meses y una casa que tenía allí donde los hijos iban con las novias y era donde teníamos la litera. Pero, institucionalmente nadie nos apoyó, ni el Gobierno de Navarra, ni el Gobierno Vasco, ni la Generalitat Valenciana. Ni Marcelino Botín, al que le presentamos un proyecto en Cuenca, pero bueno, nunca habíamos hecho nada, no éramos nadie y era una cosa que sonaba un poco raro”. Poco a poco empezaron a hacer representaciones en el propio sótano “para los amigos, para los primos que venían...”. Y acabó viéndolo gente del Festival de Barcelona que les ayudaron a hacer la estructura, las gradas y a sacar la obra de allí.

La pasada semana se estrenó en Tudela, quizás porque ya están en la recta final, después de cinco años en la brecha. “A mí me daba mucha vergüenza, pero luego pensé que si no venía aquí iba a ser una de esas cosas de las que te arrepientes toda la vida”. Y la idea parece que no ha sido tan mala porque el público agotó las entradas, 50 por actuación, en las cinco representaciones. “Me lo esperaba más o menos porque tampoco son muchos y ya se había creado un poco de expectación y se había corrido la voz entre los amigos heavys de la época, los del instituto y del colegio, la familia...”. A pesar de llevar a sus espaldas cerca de 300 representaciones, los nervios reaparecieron ante el estreno en su tierra: “para olvidarme un poco he ido por la ruta de la infancia donde jugábamos, los pinos, la Torre Monreal...”.