Sudados placeamos entre gente
prendida y cohetada en las alturas,
gritante, pañuelada, muy ardiente
ansiosa de amnesiar las ataduras
y echar a bulliciarse en el ambiente,
bailarse el uno al otro en mil posturas,
barear, jolgoriar con el de enfrente,
billetear cien cachis sin facturas.
¡Las doce relojean entre vivas!
¡La ropa se rosea rebotando!
¡Vinean las papilas gustativas!
¡Las piernas se rebelan fatigando!
Se desrima el soneto entre los mozos.
Entre versos las horas chupinean,
las letras hambrientean de alborozos.
¡Hasta las musas ya farandulean!
Mieltxo Apastegi