Tudela

Bella las 24 horas del día

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Aunque sus orígenes se remontan al Extremo Oriente, no fue hasta los años 60 cuando se comenzó a utilizar en los países occidentales el conocido como “maquillaje permanente”. Así, a lo que en sus inicios no era otra cosa que una versión del tatuaje clásico, se le fueron incorporando los últimos avances en tecnología, dando lugar a lo que hoy conocemos como micropigmentación. De este modo, en los años 80 se comenzó a conocer en Europa, llegando una década más tarde a nuestro país.

Esta novedosa técnica, que nos permite estar radiantes las 24 horas del día, se realiza con un aparato de forma similar a la de un lápiz. “Hay cuatro técnicas para realizar la micropigmentación. El punteado, que se utiliza para rellenar con aguja de 3 y 5 puntas y para perfilar con una sola. Luego está el raspado, que se usa en rellenos de duración menor; la lineal, con trazos cortos que hace que el resultado sea más natural y se utiliza para perfilar cejas; y, las espirales, que se usan para pintar lunares”, explica Laura Enériz, del centro de belleza Venus.

A través de este aparato, se introducen una serie de pigmentos en la epidermis. “Yo uso inorgánicos, que contienen sales minerales y tienen más fijación y permanencia en la piel. Además, tienen menos posibilidades de producir reacciones alérgicas. De todos modos, antes de realizar todo el trabajo se hace una prueba detrás de las orejas”, comenta Enériz.

Una mirada de ensueño

Tras la micropigmentación, la paciente debe tener una serie de cuidados mínimos. “Hay que usar pomadas para que cicatrice la herida y para la infección, además de vaselina para que no tire la piel cuando se vaya a caer la costra y para que proteja la herida del exterior”, señalan desde Venus. Una semana después, debe acudir a repasar el trabajo, que tiene una duración aproximada de tres años. “Antes era un tratamiento muy caro pero ahora han bajado mucho los precios. La gente se anima mucho a realizarse la micropigmentación, sobretodo las personas que se maquillan a diario con delineados de ojo, perfilados de labios e incluso se pintan lunares. También se la realizan aquellas personas que han perdido los pelos de las cejas y se las pintan todos los días, ya que les da seguridad”, comenta Enériz. Pero no sólo esta técnica sirve para resaltar la belleza, sino que también se usa para disimular pequeñas marcas, lesiones o imperfecciones cutáneas. “Se pueden tapar cicatrices en los pechos e incluso reconstruir un pezón tras una operación de mamas”, añade la especialista.

Y si la micropigmentación nos permite mejorar aquello que la naturaleza nos ha dado, la permanente y el tinte de pestañas harán que nuestra mirada gane en profundidad. Con una duración de dos meses y medio, la permanente se realiza con unos bigudís cuyo grosor se elige dependiendo de la largura de las pestañas. “Da más luz al ojo, ya que levanta las pestañas caídas y alarga las que son cortas”, explica Enériz. Este tratamiento suele ir acompañado de un tinte. “Al hacer la permanente, las puntas de las pestañas pueden quemarse y aclararse un poco por lo que se suelen teñir”, añaden desde Venus. El único inconveniente que presentan estos dos tratamientos es el tiempo que hay que esperar para una nueva aplicación (entre 4 y 5 meses) “ya que quemaríamos el pelo”, señala Laura Enériz