Cintruénigo

Anselmo Jiménez,Maestro ceramista

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Hombre polifacético

El próximo 14 de diciembre el Ayuntamiento de Tudela tiene previsto dedicar un sencillo homenaje a Anselmo Jiménez Blanco. Pocos conocen hoy quién fue este personaje, pero estoy seguro de que la mayor parte de quienes me leen han visto su obra más representativa. Sí, Anselmo Jiménez, es el autor de las hermosas cerámicas que decoran la Plaza de los Fueros y que le dan un aire señorial y taurino.



Nació en Tudela el 17 de noviembre de 1901 en el seno de una familia de tradición industrial pues su abuelo, Matías creó a mediados del siglo XIX la Tejería Jiménez. Tras estudiar en Jesuítas, entró muy joven a trabajar en la empresa familiar donde permaneció hasta que ésta se disolvió en la década de 1940. A continuación, y llevado de su espíritu dinámico, creó con capital navarro y levantino la Azulejera Santa Cruz. Durante años, como gerente, fue el alma de esta sociedad y en ella trabajaba cuando creó los murales de la plaza Nueva.

Ceramista

Anselmo Jiménez Blanco tiene muchas facetas. Además de maestro ceramista, fue amante del mundo taurino y aficionado de solera. En su juventud intervino de picador en alguna corrida y era frecuente verle actuar de torero en el festival que Tudela celebraba cada año en apoyo de las Siervas de María. Me cuentan -y lo podemos leer en la prensa de la época-, que lo hacía junto a Gregorio Pérez (Rosica), o su gran amigo “Alavica”, entre otros. También fue empresario taurino y durante tres temporadas contrató la plaza de Tudela.



De igual forma amó la música. Aún conservan sus parientes la guitarra con la que aparece retratado como componente del grupo “Los Boloides”, aquella formación integrada por Jesús Añón, Anselmo Jiménez, Teodoro Pérez y Ángel Puertas, que consiguió cierta fama por los años cincuenta.



Pero hay más. Tudela le debe, también, haber sido embajador de sus verduras. Y de los más activos. Pocos saben que en su casa de la plaza Nueva, contigua a la del Reloj, el escritor y gastrónomo Díaz Cañabate probó nuestras alcachofas y, entusiasmado por las excelencias de esta maravilla vegetal, pidió la receta y la dio a conocer en la prensa madrileña. Pero no sólo alcachofas, sino lotes de espárragos, cogollos y buen vino de Murchante salían de su casa en obsequio de ganaderos, toreros, gastrónomos o artistas a los que había hospedado durante las fiestas de Santa Ana.

La plaza Nueva

En cuanto a su obra, que yo sepa, no ha sido estudiada todavía. Sin embargo, está extendida por España y el extranjero. En una entrevista que le hizo Antonio Castro en 1975, el maestro hablaba de un gran mural que había realizado por encargo desde Alemania, además de muchos trabajos para clientes españoles. Su amistad con toreros y ganaderos hizo que gran parte de ganaderías andaluzas luzcan sus hierros en cerámica de Anselmo Jiménez. Incluso una firma de cervezas le encargó diez murales de grandes dimensiones para colocar en diversos locales de Madrid y otras capitales de provincia.



Claro está que también tuvo clientes y admiradores en Navarra. La ciudad que le vio nacer no quiso quedarse al margen y conozco

particulares que guardan cerámicas del maestro. Para una finca de Eugenio Frauca, en el Ventorrillo, recreó los hierros de ganaderías históricas tudelanas y allí permanecen todavía. Por eso no es de extrañar que cuando el Ayuntamiento quiso ornamentar la Plaza de los Fueros pensase en Anselmo Jiménez, el reputado ceramista.

Efectivamente, fue en los años sesenta del pasado siglo cuando se rescató un viejo proyecto para remodelar las fachadas instalando en ellas vistosos escudos así como escenas de lidia que recordasen su larga historia como coso taurino. Primero, -estamos en 1966- aparecieron los emblemas heráldicos de aquellas familias nobiliarias

que habían dado lustre a Tudela. Posteriormente, en 1969, Jiménez Blanco trabajaba en 22 escudos de armas correspondientes a los pueblos de la Merindad. Con ello, Tudela ofrecía un homenaje a aquellas localidades que con sus compras e intercambios de todo tipo contribuían a su prosperidad.



Ambas actuaciones cambiaron la fisonomía de la plaza y le dieron un aspecto más fino y elegante. Pero faltaba el broche final. Se puso éste en 1971 cuando el ayuntamiento encargó al maestro estampas taurinas para la fachada de soportales. Anselmo eligió escenas de la Tauromaquia de Goya y en ellas, ayudado por el joven José Antonio Pérez Garde, trabajó con ahínco. Para fiestas de Santa Ana de aquel mismo año ya estaban colocados los mosaicos taurinos y todo fueron felicitaciones. Especialmente efusiva resultó la de Ignacio Frauca que publicó un largo artículo en Diario de Navarra.



Entre otras cosas decía: “La antigua plaza de Toros, actualmente Nueva o de los Fueros, está preciosamente engalanada con esa orfebre labor del Sr. Jiménez que ha hecho de nuestra vieja plaza un verdadero museo de cerámica, de la más afamada labor levantina de la azulejería”. Concluía afirmando que faltaba todavía un azulejo; aquel que dejara constancia de quién era el artista que había llevado a buen término la empresa. Y tenía razón, pues el manto del olvido suele cubrir velozmente los hechos de generaciones pasadas.



Anselmo Jiménez Blanco, falleció el 5 de agosto de 1977. Con él perdía Tudela uno de los últimos maestros artesanos del azulejo. Desde estas líneas animo a todos los amantes del arte y de la historia a asistir al homenaje que se celebrará en el Centro Cultural Castel Ruiz.