Opinión

Día de la Gastronomía sostenible

Día de la gastronomía sostenible
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Los alimentos que llegan a nuestras mesas, la manera de cultivarlos y la forma de cocinamos afecta a nuestra salud y a la del planeta. 

La comida no debería ser un problema medioambiental, sino una fuente de desarrollo sostenible. La producción de alimentos, la dispensación en los comercios y la preparación y presentación en un restaurante genera 338.000 millones de euros, el 33% del PIB. Estos sectores además dan trabajo a 3,73 millones de trabajadores, casi un 20% del empleo total de nuestro país. 

La OMS ha propuesto una meta para esta década durante la cual beberíamos conseguir unos objetivos para tener un desarrollo sostenible y un futuro próspero.                                                                                                             La gastronomía sostenible basada en la utilización de los productos de temporada o de producción ecológica contribuye a la conservación de la biodiversidad, de las tradiciones culinarias y de las razas y variedades locales de ganado, frutas, verduras y hortalizas. Bien conocidas son en los territorios circundantes al Moncayo y provincia de Zaragoza las judías traperas de Añón o Litago, el cardo rojo de Ágreda, las patatas de Alcalá, el espárrago fino o el tomate de Tarazona, las peras sanjuaneras, la cebolla de fuentes, la oveja roya celtibérica o la cabra serrana.                                                                 Consumir productos de proximidad genera beneficios en la economía local, los alimentos son más frescos, las variedades autóctonas están más adaptadas a su medio por lo que su uso minimiza el gasto de agua y de productos fitosanitarios ya que son más resistentes y contraen menos enfermedades y plagas, al consumir productos locales también disminuyen las emisiones de gases contaminantes al reducir la distancia de los productos a transportar. 

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) calcula que el 75% de la diversidad agrícola se perdió entre 1900 y 2000.

La FAO también estima que 1/3 de todos los alimentos producidos en el mundo se pierde. Eso equivale a 1.300 millones de toneladas al año y en este acto no solo se desperdicia la comida sino también la energía que se utilizó en su producción, el agua empleada para su riego, el dinero invertido, así como todo el esfuerzo humano puesto. 

“La producción de comida tendrá que aumentar entre el 70 y el 100 por ciento para 2050, con el fin de alimentar a la población estimada, para entonces, en 9.000 millones de personas.”

Servicio de Sensibilización Ambiental e Interpretación del Patrimonio      
Ayuntamiento de Tarazona