En el dinero y las joyas,
entre turrón y bebida,
junto al marisco y asado,
creí que Díos nacería.
En el consumo y la tele,
entre miles de bombillas,
junto al campán y el bizcocho,
creí que Dios nacería.
En el derroche y la fiesta,
entre un gentío de prisas,
junto al ruido y sus muertos,
creí que Dios nacería.
Y en el silencio interior
y la verdadera alegría,
en el amor y la paz,
entre el triste y su heridas,
junto al dolor inmigrante,
ante toda la injusticia,
en la pobreza y el hambre,
junto a los niños y niñas,
en el enfermo y el débil,
junto a la gente sencilla,
en el corazón humano,
vuelve a nacer el Mesías.