Te miro con pasión. Como quien bebe
el agua en un desierto. Con la usura
de quien a tu hermosura
a gastar con los ojos no se atreve
y teme que el más leve
ruido te descomponga la figura.
Con mi tacto te miro. Y tu relieve
se hará pronto en mis manos escultura
para encerrar en mística clausura
tu sueño -barro y nieve-.
Te miro con fervor. Y la lectura
de tu cuerpo me mueve
a hacerle un madrigal a tu cintura
donde el verso me lleve
a compartir tu sueño y su aventura.
¡Sigue dormida, amor! que me conmueve
ver que el agua tan pura
de tu visión me llueve.
Y mi herida de amor sólo se cura
si el hilo de tu sueño la sutura.