La cara, el mejor reflejo del alma

1179308419.jpg

Nuestra forma de ser y de estar en el mundo se nota en nuestro aspecto físico.

Dicen que a partir de los 50 años uno tiene la cara que se merece y puede que sea verdad. No digo que te merezcas ser más guapo o más feo, sino que con nuestros gestos vamos configurando unas arrugas diferentes según es nuestra forma de ser y de estar en el mundo. Me explico. Si eres de carácter amargado, ceñudo y hostil, esta forma de ser se refleja en los gestos de la cara, y con el paso del tiempo se van formando unas arrugas en el entrecejo y en las comisuras de la boca que denotan cómo somos, lo que da al rostro una expresión triste o de mal carácter.

Si por lo contrario nos reímos muy a menudo se forman otro tipo de arrugas alrededor de los ojos y la boca. Arrugas al fin y al cabo pero que dan a nuestra cara un aspecto de paz y armonía y de ser unos tipos simpáticos y de buen talante.

Si nos paramos a pensar un poco y hacemos la prueba de salir un día a la calle con gesto ceñudo, veremos que la gente se muestra con nosotros distante. Nos pueden hablar con educación y respeto pero no establecemos lazos de empatía y buen rollo.

Por el contrario, si sonreímos y miramos a los ojos cuando alguien nos saluda o nos hacen una pregunta o establecemos una conversación con algún conocido, veremos que la gente responde con otra sonrisa que se acercan más fácilmente a nosotros y que es más fácil iniciar una conversación distendida. Esto quiere decir que se produce un efecto espejo, nos devuelven la misma expresión que nosotros tenemos. Y si lo ponéis en práctica veréis como se cumple esta premisa.