Todo mi ser se encrespa entre las sombras
viendo estas manos yertas, sin ventura,
que otrora, -al alba, cálidas alondras-,
rondaron delirantes tu hermosura.
Antes que entre las vueltas de la noria
del tiempo, tu vivencia se me esfume
vuelvo a ti, peregrino en la memoria
donde el viejo rescoldo se consume.
Busco el suave temblor que me hizo brisa,
frutal en flor, el verso más sentido
fluyendo al claro son de Garcilaso
y espero el ansia de tu sed, tu prisa
antes de que te pierda en el olvido
con las manos sin alas y en mi ocaso.
Esteban Buñuel García