Almuerzo con Dios


Un niño quería conocer a Dios. Un día, llenó su maleta de pastelitos de chocolate y de zumos y empezó su jornada.

Había caminado unos 3 KM y se encontró a una anciana. Ella estaba sentada en un parque contemplando a varias palomas.

El niño se sentó junto a ella y abrió su maleta. Iba a beber uno de sus zumos cuando notó que la anciana parecía hambrienta. Así que le ofreció un pastelito y ella lo aceptó agradecida y sonrió. Su sonrisa era tan bella que el niño quería verla otra vez, así que le ofreció entonces uno de sus zumos. De nuevo, ella sonrió. ¡El niño estaba encantado! Se quedó toda la tarde junto a ella pero ninguno de los dos se dijo nunca una sola palabra. Mientras oscurecía, el niño se percató de lo cansado que estaba, se levantó para irse pero antes corrió hacia la anciana y le dio un abrazo. Tras abrazarlo, ella le dio la más grande sonrisa de su vida.

El niño llegó a su casa y le contó a su madre: - ¡Hoy almorcé con Dios!... Y ¿sabes qué? ¡Tiene la sonrisa más hermosa que he visto! A la par, la anciana también le comentaba a su hijo: -¡Comí pastelitos de chocolate con Dios! y ¿sabes?, es más joven de lo que pensaba.