Opinión

Mejorar Santa Ana

Llevamos dos años sin los festejos propios de las fiestas de Santa Ana. Es el momento oportuno para plantearnos qué queremos que nos depare el futuro.

Posiblemente, si dejamos que los comportamientos grupales surjan de forma natural, nuestras fiestas continuaran como hasta ahora, con sus virtudes de siempre, pero también con sus fracasos y frustraciones sobreañadidos, posiblemente más exagerados que en años precedentes, dadas las tensiones acumuladas a lo largo de la crisis de la pandemia y la inquietud salvaje generada por la misma.

La tantas veces anunciada “vuelta a la nueva normalidad” no es una dinámica que vaya a acontecer de una manera espontánea y sin el compromiso de una respuesta ciudadana consciente y meditada.

La “nueva normalidad” es un constructo teórico que solo surgirá mediante una profunda reflexión comunitaria, orientada a lograr potentes cambios culturales en Tudela, realizados y asentados con el esfuerzo de toda la colectividad.

Las próximas fiestas de Santa Ana tienen que ser mejores, más sanas y más saludables que las conseguidas hasta ahora. ¡Ojalá se conviertan, para siempre, en la semana anual en la que eclosionen los “cuidados recíprocos” para todos!, consiguiendo, de este modo, que vayan poco a poco desapareciendo los traumas existenciales hoy en día existentes en nuestra ciudad: la soledad, la desigualdad, la angustia insoportable, el desamor, el sufrimiento y tantos otros.

Posiblemente, este paradigma solo se logre si un grupo importante de tudelanas y tudelanos, variados y comprometidos, se configure como el programador de la gran fiesta de la ciudad, logrando perfilar, para esos días, un conjunto de actividades sociales fraternas, equitativas, igualitarias e incluyentes que eduque a los participantes y deje el regusto de lo satisfactorio.

Esta es mi sugerencia de este año, para celebrar, de verdad, Santa Ana: busquemos este grupo representativo de ciudadanos y construyamos, desde ya, las nuevas Fiestas para 2022.