Opinión

Fiestas futuras

He recibido una amable invitación de Plaza Nueva para colaborar en el número extra dedicado a las fiestas que no se pueden celebrar. Sinceramente, no puedo hacerlo, porque no tengo opinión ni siquiera de si se va a celebrar alguna fiesta alguna vez en los próximos años. Pero como forma de agradecer la invitación, tal vez Plaza Nueva quiera acoger la reflexión a la que daba vueltas estos días. Es esta:

Todo lo que ahora está sucediendo en Cataluña empezó aquí, en Navarra. Yo lo he llamado “alsasuización” de Navarra, otros, en España y aplicándolo a todo el ámbito del estado español, “batasunización”. Se trata del proceso por el cual el NAZIONAL SOCIALISMO, es decir el FASCISMO NAZI, se presenta como “progresista” y “democrático” y se implanta en las sociedades democráticas para destruirlas desde dentro de sus propias instituciones. Es un proceso promovido desde la guerra fría por el comunismo internacional, cuyo epicentro actual es Cuba, un proceso de implantación cultural fascista que empieza muy simplemente, por ejemplo, con regalar una camiseta con la foto del Che, asesino que simboliza para determinados adolescentes, gracias al influjo familiar, la “lucha contra la opresión” (pongamos aquí TODOS los adjetivos, capitalista, machista y horaria sobre todo) que todo adolescente siente como suya ante las condiciones y exigencias que la entrada en la vida de adulto le son impuestas desde la sociedad. Normas expresadas democráticamente por una sociedad democrática que, a su vez, es sistemáticamente despreciada por estos nazis que son (los muy cucos, y lo digo con intención) “más demócratas” (y más “feministas”, “ecologistas”, es decir, lo que se vaya imponiendo en la “moda” social de las sociedades democráticas) que nadie. 

Pero en Navarra sufrimos no solo esta desgracia fascista de intento de suplantación de Navarra por la ficción “euskalberría”, propiciada por ese cuco que se cree algo inexistente (“vasco”) y que ha ido cambiando los huevos de petirrojos, jilgueros y ruiseñores por su cáscara vacía, sino que, además sufrimos la desgracia de los propios “vértices” inferiores de nuestro triángulo. La explicación, a continuación:

El triángulo es usado como imagen simbólica desde siempre: Uno de los más interesantes conforma el signo de la sabiduría de los que, aún ahora, se enfrentan con una simple honda, un boli o una guitarra (y a lomos de viejos rocines tal vez navarros) a gigantes (y a molinos de viento). Simboliza el equilibrio entre todas las cosas. El ying y el yang, el “así en el cielo como en la tierra” de los salomones, todo very new age, oh yeah.

Con la punta principal hacia abajo, el triángulo inferior señala la creación desde la infinita nada, la naturaleza, el dios fecundo femenino que susurra en las aguas de las cavernas más profundas, esa voz, eco de ecos, que algunas veces acaba en poesía y canciones, con suerte y si es oída por quienes, a pesar de la sordera producto sin duda de algún gen divergente, prefieren la voz de la humilde pastora de los bosques de hayas al ruidoso vozarrón de los que declaman en púlpitos, “sanchezostices” varios, los dogmas y los credos de los bien nutridos rebaños. Nada que objetar al ángulo que soporta toda la creación de la materia. Tiene toda mi adoración y es mi musa. Y, claro: al fin y al cabo, todos los rebaños somos suyos. Ya lo dijo el poeta israelita al principio de la Era de los Rebaños de Peces que Pescar.

Sin embargo, el triángulo que me preocupa es el otro: el que asienta su base en la materia, y apunta en su vértice superior a las alturas.

En Navarra podemos imaginar ese triángulo: Está formado por un ángulo a la izquierda, donde, entre la putrefacción material propia de la sociedad de consumo, del plástico superfluo, de la “basuresfera”, se pretende sublimar la transformación. A su derecha, esa putrefacción puede, si lo intenta, sublimar lo mejor de lo que permanece inmutable. 

Pero en Navarra tenemos un grave problema con los dos vértices de este triángulo que se asientan sobre la realidad material. El triángulo de la izquierda, y dejo de lado la putrefacción en sí o si ya es parte de esa putrefacción, traiciona a Navarra al gobernar con una gente, los de Uxue, que fue capaz de montar el indigno espectáculo de sumisión de Navarra a la Ikurriña “Euskalberri” el día de Navarra nada menos y frente al antiguo palacio de los Reyes de Navarra en Pamplona. Los poetas y músicos de Navarra, al menos los que somos amantes de la Virgen de Ujué, de la de Roncesvalles, de la de Leire o de la Oliva pero también de la Mari de las cuevas y torrentes de nuestros hayedos NUNCA te lo perdonaremos, Paloma Cenicienta. Nunca. Este es un ángulo que no entiende QUÉ es lo que PUDRE la materia de Navarra, porque gobierna hoy nuestro país gracias a esa putrefacción de la que tal vez siempre hayan sido parte. A fin y al cabo, ¿no surgieron como un apéndice de un “arbola bizkaíno”, que no navarro? A estos y a sus votantes les da igual, al parecer, el cuco y su huevo rojo con la hoz y el martillo “euskaldun” impreso que se ha puesto en el país de los ruiseñores, los petirrojos y los jilgueros. Porque NO es su país. Navarra no es su país, para el ángulo de la izquierda. No. NUESTRO país NO es “su” país. El suyo es el país que cree que es “cultura navarra” poner a los pintores en ciernes a “decorar” alcantarillas y contenedores de basura y a hacer “arte” con botellas de plástico en los puentes, esos que se tienden siempre “entre orillas enfrentadas” y sirven para facilitar el paso al “otro” (nunca es “el nuestro”, nunca ese puente es el que permite ir y venir entre todas las orillas de NUESTRO río común) al que “abrazar” y “acoger” en los amorosos brazos imaginados en cabezas forjadas por esa “prensa del corazón” mental del internacionalismo “ONG”, ese pseudo humanismo “democrático” y post emigrante de los que llegaron a Navarra en el franquismo y se integraron no como navarros, esos “franquistas” que habían derrotado a la Sagrada República enarbolando la bandera de la Cruz de San Andrés “imperialista” y tradicional, sino como “vascos” “abertzales” internacionalistas ¡cómo no! tras adoctrinarse con el Libro Rojo y similares leninismos.

Nada es mucho mejor en el otro ángulo. Este es un ángulo dividido en dos que estuvo enfrentado antes de 1843 y después. Una parte, la que se definía de la Tradición, acabó en Navarra en los brazos de la ficción “vasquista”, aunque sus ideales les impuso un tributo de sangre también contra esa ficción en 1936 y muchos de sus hijos y nietos forman hoy parte de la podredumbre que se extiende a ambos lados de la base del triángulo, mientras la “memoria histórica” totalitaria pretende silenciar a sus héroes (y a los de sus enemigos, también). La otra, que triunfó en el XIX e impuso la Ley Paccionada, la de los comerciantes y otros “progresistas” de la época, tuvo que acogerse en los brazos de “Madrid” para poder defenderse de los asesinos políticos que todos conocemos. Y eso marca mucho. 

En fin. La cuestión es que hoy, gracias a los “hunos” y a los “hotros”, Navarra, nuestro país (el mío, al menos) nuestro verdadero estado-nación, antiguo y bello, es un zombi: Un país que se cree que está vivo, pero en realidad está zombificado por los ungüentos ideológicos de los cucos que se apropiaron del saber de nuestras sorguinas, como se han apropiado de nuestras tradiciones, nuestro folclore y nuestro otro idioma para hacernos creer que estamos vivos, cuando la realidad es que estamos muertos en vida, somos verdaderos zombis bajo el poder de los que ponen nombre hoy a nuestros pueblos, como ese “etxarriaranatz.eus” o “Ituren.eus” que el pretendido Gobierno del zombi (que es relativamente bien cuidado) es incapaz de cambiar por el “etxarriaranatz.NA” o “Ituren.NA” que ni siquiera han intentado negociar con ICANN. ¿Para qué, si “nafarroa euscadi da”, no?

Pues no, claro. Navarra, el territorio de los vascones romanizados integrado por la fuerza en la Corona de Castilla en “condiciones de igualdad” en el contexto de las guerras europeas de entonces, nunca ha sido “vasca”. Nunca. Ya está bien de asumir mentiras del cuco, mentiras interesadas promovidas por los señoritos de Bilbao, ese poblacho castellano. Desde el origen, esta tierra ha sido un territorio comanche donde se hablaron cuatro lenguas, y donde su institucionalización en la Edad Media, producto de su resistencia “romana” legítima contra los malditos bastardos visigodos, se hizo en romance navarro en un proceso desde el ibero, el celtíbero, el VASCÓN (que no “vasco”) y el latín en el que también se creó el Escuara, el otro idioma de Navarra, hoy arrasado por los cucos y la desidia de los liberales y su afán igualitario y progresista propio de republicanos alucinados por la ideología francesa y el positivismo, ese credo de “sabios”, amigos, sin embargo, de las leyendas románticas y demás amayas.

El Reino de Navarra nunca ha sido “vasco”, porque los navarros, en cualquier lengua hablada, y pronto hablaremos todos “euskochino”, ya veréis, siempre hemos “sido” navarros, como es totalmente natural. Navarros del Estado de Navarra, hoy con el nombre de “Comunidad Foral”, pero que algún día, el día que las Cortes de Navarra vuelva a representar a los navarros, volveremos a llamar oficialmente con su verdadero nombre, Reyno de Navarra, un país con muchísimo más currículum que las posesiones arzobispales llamadas Andorra para reclamar que se reconozca la soberanía que posee desde siempre, y que es suya y de nadie más. Un país que, aún ZOMBI bien cuidado como muerto en vida útil, sigue siendo soberano y siempre lo será, aunque pretendan enterrarlo los miserables bajo millones de fantásticas ikurriñas, las banderas de un país imaginario que necesita a Navarra para creerse que existe de verdad, porque NUNCA ha existido, a pesar de la nefasta Sagrada República que lo creó. 

Navarros. Aunque, al parecer, quedan, quedamos, muy pocos. Los del gen divergente que tal vez será capaz de revivir al Zombi, porque la divina evolución funciona por caminos insondables y nunca se sabe lo cerca que pueden estar los meteoritos de los actuales dinosaurios.

Pero vamos con el tercer vértice de este triángulo, ¿recuerdan? Un gen divergente es aquel que permite a la evolución evolucionar. Es el que hace que un organismo se salte las pautas del condicionamiento y por lo tanto pueda sobrevivir fuera de ese condicionamiento. Es el que “permite a un organismo el desarrollo de rasgos o características diferentes (como la estructura del cuerpo o el comportamiento) en poblaciones, especies o linajes de ascendencia común estrechamente relacionados que normalmente ocupan entornos o nichos ecológicos diferentes”. Y hoy, en Navarra, es el que puede generar el tercer ángulo del triángulo: el ángulo de la luz. 

Este gen es el de la Sociedad Inteligente. Sociedad Inteligente que en Navarra debe ser, por su tradición foral, democrática, no como la sociedad inteligente totalitaria que está forjando en China el Partido Comunista o en España el Gobierno Socialista ( ver, sin que “estaizquierda” tan preocupada por los derechos humanos de Gambia se escandalice, porque la ley es suya y no de los “fascistas”, la Ley Orgánica 7/2021) la misma que pretende crear aquí la podredumbre totalitaria que se asienta en ambos ángulos de la base de nuestro triángulo, esa base de materia en proceso de putrefacción de donde tiene que salir, sin embargo, en un proceso de regeneración irrenunciable, esa liberación del zombi muerto en vida que es Navarra. La futura Sociedad Inteligente Democrática del Estado Soberano de Navarra. La que sabe ya hoy (y aplica) que las ideologías del Siglo XIX y todos los ismos (comunismo, socialismo, anarquismo, budismo, cristianismo, liberalismo, “nazionanismo” en fin, etc.) son solo datos, información, entre muchas otras fuentes de información y datos. Todo son datos, nada ya puede ser dogma, excepto para los atrasados. Y que hay que gobernar desde la Inteligencia y la Libertad, para toda la sociedad navarra, hasta la tóxica, para poder curarla, y debe hacerlo con una creatividad nueva que supere la inercia y los dogmas del “ya está todo inventado”, porque NO es así.

Así que la propuesta que podría hacer para las fiestas de nuestros pueblos es que en ellas se promocione el gen divergente, el que está fuera del tiesto del actual consenso, lejos de las manos de alcaldes, concejales y consejeros de todo tipo y condición, y en todas partes. Y que el lema sea, también en todas partes, “Euskalberría, kanpora. Viva Navarra libre”.