Opinión

Hay una silla vacía

Cuando vives el duelo en primera persona, algunas fechas duelen en el corazón. Para muchas personas la Navidad es una de ellas. Solo pensarla, duele. Luces, música, serpentinas, sorpresas, alegría, encuentros… Pero la realidad de algunos/as es muy diferente a la de afuera. Hay dolor, recuerdos, deseos imposibles, ausencia. Hay una silla vacía. Hay un rincón sin ti.

Muchas veces no sabemos cómo manejarnos, cómo vivirlas. Nos preguntamos si debería ser distinto, si deberíamos hacer esfuerzos para «mantener» todo igual. Miles de miedos y dudas aparecen no solo en esas fechas, sino antes. Empezamos a sentir cierto miedo anticipado a cómo será, cómo las viviremos, si seremos o no capaces de vivirlas.

Las emociones y las sensaciones se agolpan todas a la vez. Y eso es natural, está «bien» así. Tal vez no deberíamos intentar cambiarlo. Sí mostrarlo, reconocerlo y dejarlo estar. Porque la realidad es que el duelo duele. Tu muerte es mi alma herida. Y las heridas necesitan tiempo y cuidado para cicatrizar, para sanar.

Realmente no necesitamos ni esperamos que los demás hagan nada, solo que abracen nuestro dolor, que podamos compartir el silencio, las palabras… La presencia de las personas que queremos es lo que más necesitamos para apoyarnos y caminar en estas fechas, y cada día.