Opinión

Tendencias

En la naturaleza hay leyes y tendencias que en alguna manera aparecen analógicamente en los diferentes reinos: en el de la materia inanimada, en el animal, en el vegetal y en el humano. Algunas tienen cierto interés, como el principio de inercia. En la materia inanimada, lo descubrió Descartes. En el reino animal la inercia se manifiesta en las acciones instintivas: las especies repiten siempre igual ciertos comportamientos. En el reino vegetal impera también la repetición: floración en primavera, reproducción... En cuanto a nosotros, la inercia nos domina en forma de hábitos y rutinas, tendemos a repetir nuestros comportamientos y nos resulta difícil cambiar, ser creadores. 

Más interés tiene aún el principio de la entropía: en el universo hay una tendencia al aumento del desorden, del caos, al cero de actividad y de creatividad, a la muerte; son más improbables y difíciles el orden y la creatividad que el desorden, la decadencia y la inacción. Que esta tendencia está presente en nuestra vida individual y social es poco discutible: es más fácil ser vago que esforzarse y mejorar las cosas, dejar crecer el desorden que mantener el orden. Los demagogos que nos gobiernan, con su ley de educación de Celaá, van a dificultar la educación de las nuevas generaciones en el esfuerzo, en la autosuperación, en la creatividad, en la mejora de las cosas. Van a aumentar la vagancia, la entropía en la sociedad. Ellos mismos vagos, poco capaces de esforzarse, de mejorar la sanidad, la economía, la educación etc., llevan a nuestra sociedad a la decadencia, a la degradación, al desorden.

El saber popular conoce también otra tendencia interesante: la manzana podrida tiende a corromper a las demás. También en los humanos se cumple bastante en el plano de la conducta, aunque como somos libres, lo que ocurra depende de nuestra voluntad. A veces hasta se da el milagro de que una persona buena consiga que otra corrompida se regenere, que la “manzana” sana sane a la podrida. Pero la tendencia suele cumplirse. Lo vemos en nuestra política. Si hay un corrupto en un alto cargo, es muy probable que los que están en contacto con él se vuelvan corruptos y la corrupción es extienda.

¿Es Sánchez una especie de manzana podrida? Lo es porque miente, no tiene principios morales y antepone su interés personal al interés de España. Lo normal en alguien así es que, o se rodee de gente sin principios como él, o pudra a quienes pasan a estar en contacto con él, y a su partido y en última instancia a la sociedad. Un ejemplo de lo segundo puede ser Marlasca: al unirse a Sánchez, ha pasado de juez con fama de ejemplar a político trapacero y con pocos escrúpulos en un proceso de degradación. Con Margarita Robles y otros pasa algo parecido. Cualquiera puede también sin estrujarse demasiado los sesos encontrar ejemplos de lo primero. Y con sus pactos con los independentistas y proetarras ha traicionado a España y ha corrompido al PSOE, que ya no defiende la Constitución, ni la fundamental división de poderes, ni la reconciliación entre españoles etcétera sino más bien lo contrario. Y como la política del PSN es un calco a escala autonómica de la de Sánchez, ha podrido también al PSN. De ahí que lo dicho de Sánchez se pueda repetir de la líder del PSN. Y por último corrompe a la sociedad española, porque si no es seguro que los líderes moralmente presentables ejerzan una influencia positiva en la sociedad, sí lo es que los que tienen pocos o ningún escrúpulo provocan el efecto contrario: la envilecen, la degradan, la hacen peor.