Opinión

Las luces del desenterrador

Presumió de que pasará a la historia por haber exhumado el cadáver de Franco, y de haberlo hecho “guiado por el "legado de luz del republicanismo” (Ortega o Besteiro se habrán revuelto en la tumba al oírle). Y añadió que “con sus libros encendió una luz" Almudena Grandes (homenajeada en el acto en el que anunció su entrada en la historia).

Su confesión de las “luces” que le guían nos da alguna clave de su talante sectario, ateo, guerracivilista y autócrata, porque en el legado republicano que le guía hay actos tan “luminosos” como el golpe de Estado de 1.934, el pucherazo en las elecciones del 36, el asesinato del jefe de la oposición Calvo Sotelo etc. Y porque su otra “luz”, la de Almudena Grandes, brilla en palabras como las siguientes: “cada mañana fusilaría a dos o tres voces que me sacan de quicio” (rueda de prensa, Sevilla, 26 marzo 2007).  O en las de una columna suya en El País” (24 noviembre 2008) sobre una monja violada por los republicanos durante la guerra civil: "¿Imaginan el goce que sentiría al caer en manos de una patrulla de milicianos jóvenes, armados y -¡mmm!- sudorosos?" Es obvio que las “luces” de Sánchez son la antítesis de la luz del que dijo “Yo soy la Luz del mundo”; que, visto desde esta Luz, el desenterrador camina en tinieblas; y que un presidente de gobierno que se guía por semejantes “luces” ha de llevar a su país al desastre. 

Empecemos con lo último, ese feminismo. El de Sánchez y su tropa es tan sectario y deshonesto como el de Almudena. Así, si en una autonomía gobernada por el PSOE y sus socios se abusa de una menor, lo tapan y punto. O si una diputada de la oposición le dice a la ignorante ministra de Igualdad que sólo ha estudiado en profundidad a Pablo Iglesias, se rasgan las vestiduras (como no estudian, ni se les pasa por la cabeza que se pueda estudiar a Iglesias como se estudia a Marx) y lo califican hipócritamente de violencia política machista. Pero si los suyos llaman “asesina” a Ayuso, no hay violencia ni machismo. O si una madre de su cuerda rapta a su hijo y lo tiene en malas condiciones y sin ir a la escuela, apoyan a la madre. Es su sectaria y deshonesta doble vara de medir. 

Si somos generosos y concedemos que Grandes en realidad no habría fusilado a los periodistas que no le gustaban, hay que reconocerle que no era muy tolerante ni muy demócrata. ¿Y el desenterrador? Reúne en sí muchas taras de los dictadores: ególatra, no soporta la crítica, solo admite alabanzas, autócrata, controla (compradas) las grandes cadenas de televisión y hasta sueña con obligar a todos los medios a difundir su versión caudillista de la realidad (como el PARTE franquista), eliminando la libertad de expresión. 

¿Y de guerracivilismo cómo andamos? Guiado por el “luminoso” legado republicano, el desenterrador está derrotando en su ficticio metaverso a Franco ochenta años después, pero imponiéndonos una especie de posguerra republicana victoriosa no ficticia sino muy real. Con su “Ley de Memoria (anti)democrática”, airea culpas de la derecha de aquellos años, oculta atrocidades de la izquierda, y censura y condena dictatorialmente toda versión discrepante. Si el personaje no fuera tan peligroso, sería sólo grotesco. Sólo le ha faltado exhibir abierto el féretro de Franco y de pie su momia, como hacían los “luminosos” milicianos con las monjas. 

En el mundo de las tumbas egipcias, se hablaba de la venganza de la momia. Sería justa una venganza de la momia de Franco sobre el desenterrador. La haya o no, pasará a la historia como el peor presidente, el que se pasó al bando de los enemigos de España, el que más daño hizo a la nación, a la convivencia y a la democracia sometiendo, como todo dictador, el poder judicial y el legislativo a su voluntad. Cuarenta y siete años después de la dictadura del desenterrado, vamos rumbo a la del desenterrador y su Frente Popular Renovado. Si se lo permitimos.