Opinión

Los idus de marzo

“Los idus de marzo”: título de dos libros geniales, uno de Thornton Wilder, otro de Shakespeare. El asunto en ambos, el asesinato de Julio César el 15 de marzo (los idus) del 44 a.C. El de Wilder, compuesto a base de supuestas cartas que intercambian personajes de la alta aristocracia romana y Cleopatra, entre sí o con César. Muestra un mundo decadente, escéptico, frívolo, en el que los ideales que hicieron grande a Roma se han perdido. El propio César es un escéptico total, con rasgos que recuerdan al “Príncipe” de Maquiavelo pero en viejo y casi cansado de gobernar. 

El de Shakespeare, teatralizado y perfecto. Nos hace pensar en nuestra situación. Casio es ahí el promotor de la conspiración que asesinará a César, que parece adivinar el peligro, pues dice: “Rodéame de hombre gruesos, de poca cabeza y que duerman bien (¿Santos Cerdán, Koldo …?)… He ahí a Casio, con su figura extenuada y hambrienta … piensa demasiado … lo quisiera más gordo … lee mucho … no es amigo de espectáculos ni oye música … semejantes hombre son peligrosísimos”. 

Casio va tanteando con habilidad y convenciendo a los conjurados, empezando por Bruto, el de mayor prestigio por su integridad y su rango. Todos los conjurados tienen rasgos comunes: pertenecen a la alta aristocracia romana: Casca, Cina, Metelo Címber, Decio, Trebonio. Todos aman por encima de todo a Roma y les duele, pues creen vivir en una Roma decadente, degradada, que ha perdido las virtudes que la hicieron grande: “el alma de nuestros padres – dice Casio- ha desaparecido … ¡Nuestro yugo y sumisión prueba que somos afeminados!” (en este instante, el elegetebeísmo y el feminismo ultra se rasgan las vestiduras).

Desprecian a “la chusma”, al “rebaño del populacho”, que aparece ante sus ojos como un sujeto político amorfo, primario y fácilmente manipulables, son aristócratas. Piensan que la clave de la grandeza de Roma o de su decadencia está en la élite, en ellos mismos. 

Se sienten obligados a defender la república, que significa para ellos libertad e igualdad, y que ven amenazadas, pues temen que César se proclame rey y acabe con ella. 

Prefieren la muerte a vivir sin libertad. Lo deja claro Casio: “preferiría no vivir –dice- a vivir bajo el terror de un semejante a mí mismo” (sometido a César rey). Y tras el magnicidio expresa el sentido de su crimen: “Se dirá de nosotros que fuimos hombres que dieron la libertad a su patria”. No les mueve la ambición ni la envidia, sino el amor a Roma, a la república, a la libertad y a la igualdad. 

Son valientes, no temen la muerte y están dispuestos a hacer lo que consideran su deber pase lo que pase. Dice Casca: “cada esclavo tiene en su propia mano el poder de anular su cautividad” (como los numantinos). Y César parecido: “los cobardes mueren varias veces antes de expirar. El valiente … una sola vez. Visto que la muerte es un fin necesario, cuando haya de venir, vendrá”.

Si comparamos nuestra pobre España con aquella Roma que refleja Shakespeare, vemos semejanzas y diferencias. Pedro Sánchez no le llega a César a la suela del zapato, pero intenta acabar con la libertad y la igualdad de los españoles ante la ley, con el Estado de derecho, con la independencia de los jueces, con la democracia; su voluntad dictatorial elimina delitos y sentencias judiciales a capricho con la amnistía; gobierna con los enemigos de España, con golpistas y filoterroristas ... Si hubiera entre nosotros algún Casio, Bruto, Casca …. se habrían conjurado para acabar políticamente con él. 

¿Quiénes deberían ser aquí los Casios y Brutos? Parece que ciertas élites políticas como Felipe González, Guerra, García Page … Pero no están a la altura. Si lo estuvieran, pedirían no votar a Sánchez, apoyarían e intervendrían en las manifestaciones contra la amnistía, convencerían a diputados del PSOE para que votasen contra la amnistía en el Congreso etc. Pero nada, pellizquitos de monja. Además de ellos, las élites económicas. Tampoco se ve que tengan altura de miras. Sí se ve cierta grandeza en bastantes jueces, y bajeza, degradación y complicidad con el nuevo dictador y los antiEspaña en el Constitucional y en la Fiscalía General del Estado (pues eso, de Sánchez). 

Los Bruto, Casio etc. son en nuestro caso Rosa Díez, Savater … los periodistas y las asociaciones cívicas que se rebelan y convocan manifestaciones contra la amnistía y la corrupción política y económica. En Navarra, la más señalada, Sociedad Civil Navarra, que sigue convocando concentraciones contra la amnistía todos los jueves a las 19,30 h tras el monumento a los Fueros. 

Si Casio y los otros creían que su Roma había decaído en comparación con la de sus padres, no hay más remedio que pensar aquí lo mismo. Empezando por los partidos políticos, que se han ido degradando desde el inicio de la democracia; todos, pero en especial el PSOE y el PSN, convertidos en sus cargos en un rebaño apesebrado de estómagos agradecidos obedientes a la voluntad del amo. Y siguiendo por buena parte de la sociedad: el hedonismo, el egocentrismo, el feminismo ultra, el materialismo, el ateísmo ... han creado un mundo abortero, divorcista, carente de fidelidad, de lealtad, de sentido del deber; amoral, frívolo, poco capaz de esfuerzo y de austeridad, incapaz de reproducirse, indefenso ante la propaganda manipuladora de las televisiones del dictador etc. El panorama aquí también es muy oscuro. 

Llegan los idus de marzo. Deberíamos aprender de Casio, Bruto etc., de su sentido del deber, de su valor, de su amor a la patria y a la libertad, y hacer lo que podamos para acabar con la neodictadura. Dice Bruto: “el huevo de la serpiente hay que matarlo antes de que nazca”.