Opinión

Ley de la memoria falseada antidemocrática

En las dictaduras, se impone una historia manipulada, en blanco y negro, sin grises, con buenos solo en un lado -el del dictador- y malos en el otro, una historia falsa. Ocurrió tras la guerra civil en el franquismo, aunque con el paso del tiempo la imposición aflojó. Vuelve a ocurrir ahora con la “Ley de Memoria Democrática” que aprueban Sánchez y su bloque de poder. Quien sepa leer, podrá ver que la versión de la historia que impone esa Ley dice que en los años treinta hubo en España unos que eran buenos, que buscaban la democracia, la libertad y la justicia, y que contra ellos dieron un golpe de Estado otros -los malos-, que provocaron muchas víctimas, todas inocentes (la Ley anula los juicios y sentencias del franquismo, pero no los del Frente Popular), entre los buenos. Los buenos: la izquierda. Los malos: la derecha. Así de descaradamente sencillo y falso.

Sánchez es un gran mentiroso, un gran cínico. Su Ley de Memoria lo es tanto como él, porque no acepta la verdad de que la izquierda cometió errores, atrocidades y fracasos grandes durante la segunda república y la guerra civil. Pues, contra lo que la Ley dice, muchos o incluso los más de la izquierda no fueron demócratas, sino que trataron de hacer una revolución de tipo soviético para implantar una dictadura como la de Lenin. O porque, con ese fin, dieron en 1934 un golpe de Estado contra un gobierno de derechas democráticamente elegido. O porque esa izquierda, tan democrática según la Ley, ganó las elecciones de 1936 mediante un pucherazo. O porque un grupo del que formaban parte fuerzas del “orden democrático” de esa izquierda y un escolta del líder socialista Indalecio Prieto asesinó a uno de los dos principales líderes de la derecha, y al otro no lo mataron porque no consiguieron encontrarlo. O porque el gobierno del Frente Popular permitió violencias y desórdenes que hicieron imposible la convivencia civilizada, democrática. O porque hizo una política sectaria muy anticatólica. O porque, antes y durante la guerra, gentes de izquierda cometieron atrocidades como la quema de iglesias, los asesinatos en las sacas, en las checas, en Paracuellos, etcétera; atrocidades y errores que provocaron, unidos a los del otro bando, la guerra civil. Todo este tipo de actuaciones de la izquierda queda ocultado y cínicamente blanqueado por el calificativo de “democrático” que esa Ley concede de manera general a todo lo hecho por los del bando de Sánchez.

En sentido contrario, la Ley criminaliza a los que se rebelaron contra el gobierno ilegítimo del pucherazo, contra la amenaza de una revolución de tipo soviético y de una dictadura leninista, contra un gobierno incapaz de establecer el imperio de la ley que permitía el imperio de la violencia, en el que, desde instancias próximas, se asesinaba a líderes opositores etc. Su Ley declara ilegal al franquismo y anula lo que aprobó y juzgó. No declara ilegal ni antidemocrático al gobierno ilegal del Frente Popular del pucherazo de Febrero del 36, ni anula lo que aprobó, ni reconoce ni condena lo malo que hizo antes ni durante la guerra. Algo semejante ocurría en la dictadura franquista, pero al revés. Quien se atreva a decir algo a favor del franquismo será penalizado. Como en el franquismo pero en sentido contrario. Al plantear la reparación de las víctimas, la Ley habla solo de las víctimas del franquismo. Como si no hubiera habido víctimas del Frente Popular. El sanchismo es un desvergonzado franquismo a la inversa por capricho del autócrata. 

La ley de Sánchez no permitirá, como no permiten los dictadores, que haya libertad para exponer una historia que desagrade al dictador. El hecho de que la haya aprobado gracias a los votos de Bildu es otra muestra de su talante antidemocrático. Y como Franco, Sánchez va a imponer en la enseñanza su falsa visión de la historia. Estamos en el revanchismo caprichoso de un mentiroso rastrero, incapaz de la menor altura de miras, que con esta Ley dinamita el espíritu de reconciliación entre españoles que se buscó en la Transición, para en su lugar encender odios y divisiones. Urge derrotar nuevamente (en las urnas) a alguien así, a su PSOE y a su Frente Popular. Y tirar esta Ley a la papelera.