Opinión

Fiestas del pasado suspendidas

Con catorce años, estudiaba interno en Jesuitas, y el hijo de un amigo de mi padre, de Tudela, hacía lo mismo como externo en un curso superior al mío. Nuestros padres acordaron un intercambio aquel verano. El tudelano pasaría una semana en nuestra casa y yo iría a la de ellos en Fiestas. El ribero vino y, simpático y extrovertido, se adaptó perfectamente a nuestra vida de chicos de pueblo del Pirineo. No recuerdo por qué, lo de que yo fuera a las Fiestas de Santa Ana se anuló a última hora. Por un lado, la suspensión de mis Fiestas tudelanas fue una frustración, pero por otro una cierta liberación, porque mi simpatía y extroversión eran muy inferiores a las del tudelano, y algún temor a no adaptarme bien a aquella situación nueva me rondaba amenazador por la cabeza. 

En fechas más cercanas me ha tentado algunas veces la idea de bajar a Tudela a los toros, pero siempre ha habido también suspensión a última hora. Igual el año próximo...