Opinión

Un fantasma recorre España: la extrema derecha

Parece lejano un recuerdo de los Sanfermines, el de cuando en las corridas algunos empezaban a cantar el “Que te vote Txapote” y otros les coreaban. Pensábamos entonces que en las elecciones municipales se le había dado a Pedro Sánchez una buena estocada y que sólo quedaba ya el descabello del 23 de julio para que las mulillas lo arrastrasen al desolladero político. Lo del 23 J fue mucho peor que cuando un subalterno, en vez de ultimar al toro, lo levanta con un mal descabello. El morlaco al que creíamos agonizante sigue muy vivo y dispuesto a seguir haciendo de las suyas. Si personificamos al pueblo español, se parece a alguien que, para castigar a un pésimo jefe, despide a subordinados suyos, pero cuando llega la hora de la verdad no echa al pésimo, sino que le deja abierta una puerta para seguir mandando. Sólo un estúpido es capaz de actuar así.

Sánchez engañó una vez más a muchos imponiendo como asunto central del debate electoral del 23 J la disyuntiva “Progresismo o ultraderecha”, y como le fue bien sigue con ello. La derecha no hizo ni hace ver a la gran mayoría la falsedad de esa disyuntiva y del supuesto progresismo, por ejemplo sacando del olvido las muchas tropelías “progresistas” 1) Que gracias a él han gobernado España los que quieren acabar con ella, incluso delincuentes a los que sacó de la cárcel y les perdonó delitos. 2) Que ha ocupado antidemocráticamente los tres poderes del Estado y gobernado por decreto-ley ninguneando antidemocráticamente al Parlamento. O que actuó como un monarca absoluto, sin dar explicaciones, en lo del Sahara. O que falsea la historia a su gusto como todo dictador. 3) Que por permitirlo, es cómplice de no negar los derechos lingüísticos de los españolparlantes y de incumplir las sentencias de los tribunales al respecto. 4) Que miente, falsea y oculta datos sistemáticamente. En el debate con Feijoo se vio además que él mismo es una mentira viviente, que bajo su apariencia chulesca y prepotente hay un tipo sin nivel al que los mecanismos de selección de personal de cualquier empresa no permitirían dirigirla. 5) Que aumenta la deuda irresponsablemente, 6) Que hasta en medio de una crisis brutal de falta de nacimientos hace progresar el aborto e impone que hay que estar orgulloso de las uniones sexuales no aptas para engendrar, 7) Que, como el fascismo y el comunismo, niega a los padres el derecho a educar a sus hijos según sus convicciones. Etc. etc..

Nada de esto es verdadero progreso sino retroceso, ni oponerse a todo ello es ser de ultraderecha como asegura el falso progresismo (a mayor oposición, más “ultraderecha”). Y la disyuntiva no era ni es “progresismo o ultraderecha” sino mantener y aumentar esos despropósitos o acabar con ellos. Pero la derecha no supo evitar que Sánchez asustase a los crédulos con el fantasma extremoderechoso hasta el punto de lograr un resultado electoral que le permite seguir de Presidente si incorpora a su banda, entre otros, al delincuente huido Puigdemont y a los de Txapote. Como para él todo está permitido, todo indica que dará lo que le pidan. Tendremos entonces más de lo mismo pero aumentado y empeorado. Una situación tan grave exige una oposición implacable en el interior y que haga ver en Europa al grupo popular y al de VOX lo impresentable de semejante gobierno. Si lo hacen, el que gobierna con los enemigos de España les acusará de antipatriotas con su descaro y falsedad habituales. En sus ensoñaciones ególatras, España es él.