Opinión

El PSOE y la sequía

El pantano de Yesa está de pena. La sequía es un problema ya entre nosotros, y en países de África es gravísimo. Y parece que puede serlo más. Hay pronósticos que dicen que en el futuro habrá guerras por el agua. La ciencia suele trabajar para solucionar problemas y remediar males (sida, alzheimer …). Encuentre o no soluciones, hay búsqueda. Sin embargo, no parece que se busque cómo provocar lluvias. Resulta incomprensible, siendo la sequía un problema tan grave. 

¿Preocupa la sequía a Sánchez, a Chivite, al PSOE? Si fuera que sí, emprenderían o acelerarían la construcción o el recrecimiento de pantanos y la puesta en marcha de planes hidrológicos para llevar agua desde donde sobra hasta donde falta, pero ni lo uno ni lo otro. En el pantano de Yesa, por ejemplo, la primera piedra para el recrecimiento la puso el PP (Jaume Matas), no el PSOE. La obra iba a durar cinco años y lleva veintiuno. Añádase que Zapatero echó abajo el Plan Hidrológico Nacional que había aprobado el PP y que iba a llevar agua sobrante del Ebro al Levante, y de otros orígenes a otros destinos. Además iba a salirnos gratis, se iba a llevar a cabo con fondos de la Unión Europea. En el PSOE no hubo no hubo visión de Estado, ni solidaridad entre regiones, ni interés por remediar la sequía, sino egoísmo miserable: sacrificó el interés nacional al interés personal de Zapatero como hace Sánchez, obedeciendo a los insolidarios nacionalistas catalanes. Y como Chivite, porque en Navarra es parecido: el PSN no pone interés en acelerar las obras del Canal de Navarra, no vayan a enfadarse sus socios. Es evidente lo que les preocupa la sequía. 

Pero resulta que se está celebrando una cumbre internacional sobre el cambio climático en Egipto, en un lugar turístico, Sharm el Seij. Y Sánchez ha querido ir ahí a presumir, y con tal fin, muy poco antes de la cumbre, en su reciente visita a África, ha firmado con Senegal (¿o será con Kenia? Como no los distingue ...) una “Alianza Internacional para la Resiliencia a la sequía” 

Gracias a esa Alianza, Sánchez ha podido hacer postureo, lucirse un instante en la pasarela en esa conferencia. Dice la prensa que “En una breve exposición que contó con la presencia de los principales líderes mundiales, Sánchez anunció la aportación de cinco millones de euros para la puesta en marcha de la Alianza”. ¿Estamos ante un nuevo Greto Thumberg de la sequía? ¿Y si Biden o Macron le llaman para consultarle y aprender de él? ¿No sería maravilloso? Pero nada, ¡cruel decepción!, su exposición tuvo que ser breve (lo que Sánchez consigue a nivel internacional suele ser breve como aquella “cumbre” con Biden en un pasillo). Esa brevedad da idea del interés que su Alianza ha despertado a nivel internacional. Y es lógico que así sea, porque ya hay organismos internacionales que se ocupan del cambio climático y de la desertización, y el invento de Sánchez no aporta nada nuevo. Sólo multiplica los entes sin necesidad. Eso sí, por dinero que no quede. Cinco millones de euros por su minuto de gloria. La Alianza de Sánchez y la Alianza de civilizaciones de Zapatero, primas hermanas. Puro camelo. 

Es significativo también que haya repetido esa palabra que tanto le gusta: “resiliencia”. En su pedantería y fatuidad, parece pensar que si nos dice una palabra así, como rara y rimbombante, vamos a quedar pasmados y a creer que su planteamiento es novedoso, distinto de todo lo anterior, prometedor por fin de éxitos. Es como los charlatanes que vendían productos milagrosos, crecepelos, elixires de amor (Donizetti), bálsamos curalotodo, lo que fuera.