Opinión

Dudas sobre una manifestación proeuskera

Hace días, miles de personas según la prensa se manifestaron en Pamplona exigiendo “igualdad en derechos lingüísticos” para el vascuence, encabezados por una pancarta que decía sólo en vasco “el euskera, de todos los navarros”. Hay dudas sobre qué pueden significar tres cosas: la primera, lo de la pancarta sólo en euskera. Habitualmente, muchas pancartas ponen el mismo mensaje en castellano y en vasco. Dan a entender así que piensan que esos dos son los idiomas de Navarra. En este caso, el sólo en euskera indica lo contrario, que para los manifestantes su único idioma es el euskera, que el español es un idioma extranjero, y seguramente para muchos impuesto por el opresor. En tal caso el diagnóstico es claro: paranoia. Y ya podemos hacernos una idea de sus intenciones para con el español y para con los que lo consideramos como idioma nuestro.

Esto enlaza con la segunda duda: ¿qué significa exigir “igualdad de derechos lingüísticos” para el vascuence? Seguramente exigir que sea idioma oficial, y a partir de ahí, para no alarmar demasiado, ponerlo inicialmente sólo como asignatura obligatoria para los escolares. Para pasar cuanto antes a imponer la inmersión lingüística obligatoria en euskera, Como en Cataluña, y casi ya en Euskadi.

Muchos no estamos de acuerdo con esos proyectos, y no por euskarafobia. La historia de Navarra es compleja, y la del vascuence en Navarra, también. ¿Cuándo y por qué se dejó de hablar en ciertas zonas? No hay una respuesta única. En la Ribera, o no se habló o se perdió hace siglos. En el Valle de Roncal, se empezó a perder en el XIX. Las dos más importantes actividades económicas del Valle eran entonces la ganadería y la madera. Los ganaderos bajaban a la Bardena medio año y el vascuence allí no les era útil. Los madereros bajaban en las almadías hasta Zaragoza o incluso Tortosa. Tampoco les era útil. Y tampoco les servía para comunicarse con sus inmediatos vecinos del Este y del Sur, de Ansó y de Salvatierra de Esca, ambos aragoneses. Alguna influencia tuvo esto en el abandono del euskera roncalés por sus hablantes. Lo perdieron, pero parece que no les importó mucho.

¿Debemos sentirnos hoy todos moralmente obligados a recuperar lo que perdieron nuestros antepasados? ¿Debemos estar incluso legalmente obligados? Podemos lamentar la pérdida y entender que los asistentes a esa manifestación sientan el primer tipo de obligación, pero no que pretendan imponernos a todos ni la primera ni la segunda. Por nuestra parte ya no sentimos la primera, y no aceptamos que nos obliguen por ley a estudiarlo y a volver a hablarlo. Ni a nosotros ni a nuestros escolares. Y menos como medio para un objetivo político que no compartimos, la construcción nacional de Euskadi; objetivo político que lo envenena todo, también esto.

En cuanto a la tercera duda, sobre el significado de “el euskera, de todos los navarros”, quizás está resuelta con lo anterior. Quieren decir que todos tenemos que identificarnos con el vascuence, hacerlo nuestro interiormente, estudiarlo y llegar a hablarlo. Pretenderlo es muy excesivo. Obligarlo por ley es una operación de ingeniería social inaceptable.

Una última duda, en este caso sobre el futuro. En las batallas, también en las políticas, los osados, activos etc. suelen ganar. Éstos se manifiestan y exigen su ingeniería social y su proyecto político nacionalista. ¿Quién acabará ganando?