Siempre han estado ahí, lo que ocurre es que, al producirse la pérdida de más de mil personas en tan sólo una semana, han saltado todas las alarmas de la indignidad humana, haciendo que el opulento occidente deje de mirar para otro lado, por fin.
Así, la imagen de los inmigrantes muertos en el mediterráneo estos días, el Mare Nostrum clásico que ha aunado siempre a Europa con los derechos humanos como garantes, está haciendo que la vergüenza de la inmigración que soportan los continentes africano y europeo hayan pasado a la consideración de problema a resolver.
Si Europa dividió África con escuadra y cartabón en el siglo XIX y es corresponsable, también, de los problemas que arrastra la ingente y compleja comunidad vecina, bien está que ahora sus dirigentes se sienten juntos a promover una solución y paliar el mal.
