Opinión

Ternera “vuelta y vuelta, por favor”

Más de una década después de que se produjeran diferentes denuncias y detenciones sobre la existencia de redes dedicadas a la venta de productos artificiales prohibidos para el engorde del ganado, y cuando el sector se había olvidado de su utilización, el uso de Clenbuterol volvió a las primeras páginas de la actualidad con la denuncia del ciclista Alberto Contador achacando al consumo de un filete, supuestamente contaminado con ese producto, un positivo en el reciente Tour de Francia.



El sector del vacuno de carne en España, aunque ha tenido un importante ajuste en los últimos años, supone la producción de unas 650.000 toneladas y en esa actividad se hallan implicadas, en mayor o menor medida, cerca de 180.000 explotaciones, aunque la parte más importante de la misma corresponda a los casi 20.000 cebaderos distribuidos por todo el país, con especial importancia en Cataluña, Aragón, Extremadura, Galicia y Navarra.



Poner la mano en el fuego por todos y cada uno de los ganaderos es un imposible, pero todo el sector es consciente que el uso de productos de ese tipo es un suicidio para su explotación, dados los rigurosos controles que hay en el mercado y el funcionamiento de la trazabilidad en toda la cadena alimentaria.



España es un país ligeramente excedentario donde las exportaciones supusieron en los últimos años unas 110.000 toneladas. En consecuencia, esa supuesta carne contaminada podría haber sido producida en España o en cualquier otro país de la UE. Lo más coherente por parte de equipo ciclista, si se les comunicó la noticia a mediados de agosto, es que el afectado hubiera presentado denuncia ante un Juzgado por un delito contra la salud y que se hubiera puesto a funcionar la política de trazabilidad para ver el origen de esa pieza de carne, el animal y la granja productora. Es lo que se va a hacer desde el sector vacuno, con una denuncia ante la Fiscalía para llegar al final.



Al grano. Una supuesta contaminación de un producto alimentario no puede empañar la trayectoria profesional de un ciclista con la calidad de Alberto Contador. Pero, de la misma manera, la asignación de una supuesta responsabilidad a un filete de carne de vacuno, sin otras especificaciones, no puede poner en peligro la actividad de todo un sector.



La historia negra de los sectores ganaderos ha estado ligada a situaciones de crisis provocadas fundamentalmente por cuestiones relacionadas con la sanidad animal y, sobre todo, por el efecto de los mercados que las mismas han tenido tras aparecer en los medios de comunicación. Lejos quedaron los casos donde brotes de peste porcina en zonas marcadas por la línea roja eran utilizados contra el sector desde los medios de comunicación en otros países para parar las exportaciones españolas. Más cercanas se hallan las crisis provocadas en las denominadas vacas locas (con el enriquecimiento de los productores de piensos utilizando en los piensos proteínas animales en vez de proteínas vegetales a base de forrajes) que dejó el sector en quiebra con la desaparición de cientos de explotaciones, o la gripe aviar con el efecto inmediato de caídas en la demanda. La experiencia de este tipo de situaciones de crisis pone en evidencia que escenarios de este tipo pueden provocar fuertes caídas en la demanda, cuya recuperación suele tardar muchos meses en producirse hasta que vuelve la confianza a los consumidores.



En este caso ha sido rápida la reacción de las organizaciones y la respuesta de las administraciones en defensa de la transparencia y la trazabilidad de la cadena alimentaria en ese tipo de carnes. Sin embargo, actuaciones irresponsables como ésta, en este caso desde el mundo del ciclismo, corren el riesgo de dejar ahí nuevamente sobre el sector la sombra de la duda sin ninguna razón que lo justifique, un sector sistemáticamente maltratado y olvidado por el resto de la sociedad.