Opinión

Sor Maravillas

Nada sabía de esta monja hasta hace unos días. Estuve mirando en diversas fuentes y por ellas supe que fue una persona que abandonó la riqueza de su familia y la vida fácil de los de su clase para dedicarse a ayudar a los desfavorecidos y, básicamente, a llevar una vida de pobreza y solidaridad.

Veo cierto paralelismo con lo que conozco de la vida de Santa Teresa, sobre todo por la fundación de conventos, lo que, en realidad, supone la implicación de mucha más gente en su idea de servicio a los demás. Ella, con su fundación, mejoró las circunstancias de las personas que se hallaban en mala situación y esos son los méritos por los que la canonizaron.

Un político ha salido al paso de su nueva y repentina popularidad llamándole la monja facha, ironizando sobre su dedicación a la caridad y también porque aconsejaba a sus monjas a dormir, como ella, en el suelo.

Hablaré primero del político. Supongo que será uno de tantos cuyo único mérito es lamer hábilmente el culo de los jerarcas de su partido responsables de su puesto en las listas electorales. En el mejor de los casos, para figurar cerca de la cabeza de dichas listas, trabajará mucho a favor del partido, o sea, en su propio provecho. Creo que su ocupación principal será repetir machaconamente las consignas del partido, vomitar adjetivos fuertes y poco objetivos en cualquier foro y soltar con desparpajo una mentira tras otra en cualquier mitin ya que, como es sabido, los votantes son unos lerdos fáciles de engañar, sin contar con que la mayoría de los asistentes a los mítines suelen estar incondicionalmente de acuerdo con los partidos que los convocan.

En cuanto a la monja y su calificación de “facha”, creo que es la simplificación estúpida de un lelo que, por no saber de Historia ni molestarse en leerla, juzga los hechos de hace casi cien años a la luz de los derechos y la organización social de hoy. Ignora el pobrecito (o nos quiere engañar el mentiroso) que de la seguridad social para todos de ahora, hace cien años no se conocía ni la palabra, y que la ayuda a los pobres y a las familias desechas venía casi exclusivamente de la caridad de organizaciones religiosas de diverso tipo.

En fin. Yo, en todo caso, si algún día me viese verdaderamente en apuros, preferiría tener cerca de una monja que tiene la manía de dormir en el humilde suelo antes que depender de un político que posa sus egregias posaderas en magníficos sillones de lujosos despachos que, mira por dónde, han salido en parte de mi bolsillo.

Estamos hablando de alguien que, de forma voluntaria, dejó su posición preeminente y se rebajó para ir a servir a los desechos de la sociedad, en contraposición a otros que abandonan su vida oscura y anodina para rodearse de los oropeles del poder con la excusa, no siempre cierta, de que van a servir a la sociedad.

Finalmente, respecto al rollo de la placa a la monja que nació en los terrenos del Parlamento, tengo para mí que pocos recuerdan su caridad y que, si no hubiese sido perseguida por el gobierno de la República, ni los unos hubiesen apoyado la iniciativa con tanto fervor ni los otros la hubiesen denegado con tanta ferocidad.

¡Pobre Sor Maravillas, si levantara la cabeza…!