Opinión

Sobre el debate a dos

Está es una reflexión que encuentra su máximo antagonismo en los participantes de la gran mayoría de los debates televisivos.

El debate a dos fue a mí entender, como se dice en mi pueblo, una paparruchada. Más de lo mismo, pero con el agravante de un coste desmesurado, 540.000 euros, que beneficia como siempre a los dos grandes partidos; partidos que hacen todo lo posible para acalla la voz de la discrepancia y condenan al resto de las opciones políticas al ostracismo. Durante una semana se ha estado hablando de que todo estaba pactado de antemano: corbatas, camisas, maquillajes, luces, ágape; y como no, también los tiempos y los temas estaban pactados. Por eso no hablaron de la corrupción, ¡ya estaba pactado! Con qué intención dirán ustedes, pues para que no les pillen, claro está. Hoy por ti y mañana por mí. De lo que se deduce, que con ninguno de los dos habrá un cambio, sino un recambio: Pieza destinada a sustituir a otra igual que se ha estropeado, es decir, sustitución de una pieza por otra igual.

Y para qué hablar del “segundo debate”. Más de lo mismo, pero con una salvedad, a la única voz discrepante de estos cuatro años se le niega la asistencia aún cuando por méritos propios se merecía haber estado en el debate; pues no en vano está considerada como el político mejor valorado del Estado Español. Y para más sorna “le dejaron”, a Rosa Díez, aparecer, en un enlatado entre bloque y bloque, asegurándose así que no podría sacarles los colores a los participantes en la charada.

Un debate propio de un país verdaderamente democrático tenía que haber contado, a mí entender, con preguntas de los ciudadanos y del resto de los partidos con representación parlamentaria. Soy consciente que esto puede llevar más tiempo de noventa minutos; no obstante, podría haberse hecho en varias sesiones del programa Cincuenta y Nueve Segundos y, de paso, nos hubiese salido gratis a todos los españoles- rectifico, gratis no porque TVE se financia con el dinero de todos los españoles- o al menos sin coste adicional.

Por tanto, podríamos concluir diciendo que, aquellos políticos que participan en debates televisivos sin reivindicar el derecho de participación de todos, en igualdad de condiciones, han suspendido la asignatura para la ciudadanía, máxime cuando son ellos quienes tienen el deber de dar ejemplo en los valores democráticos y constitucionales.