Opinión

Sentencia

- “Cualquiera en mi lugar hubiera hecho lo mismo, señor juez. Yo la quería. Y la quiero. Sí, ya sé que hay formas más civilizadas de demostrarlo, pero yo no pretendía causar ningún daño. No era esa mi intención. Sé que ella sentía algo por mí. Pero ya no podía más y exploté. No soportaba su indiferencia. Tiene que entenderme, señor Juez. Asumo mi culpa, pero tiene que entenderme. Yo la quería. Y la quiero. Todo lo hice por amor”.

- “Usted sabe que atentar contra el mobiliario urbano es un delito. ¿Cree que cuarenta papeleras, veinte contenedores de vidrio, quince marquesinas, dieciséis bancos, nueve cabinas telefónicas y el kiosko de la Plaza Nueva tienen la culpa de su desamor? Como se ha declarado insolvente, la sentencia es firme: limpiará la frase “me muero por tus besos, Rosarito” de las cuarenta papeleras, veinte contenedores, quince marquesinas, dieciséis bancos y nueve cabinas telefónicas de la ciudad que han sido víctimas de sus desmanes. ¿Tiene algo más que añadir?”.

- “Que muchísimas gracias por olvidarse usted del kiosco, señor juez”.